EN FLAGRANCIA / Los policías buenos

AutorGustavo Fondevila

Las películas de Hollywood han transmitido siempre la idea de que una de las tácticas más comunes en los interrogatorios policiales es someter al detenido a la presión dura y violenta de un policía malo, frente a la actitud amable y persuasiva de uno bueno. La idea es sacarle información al detenido o mucho mejor, una confesión completa. Si la persona consigue librar esas horas en las que la policía está autorizada por ley para interrogar (aunque con la presencia de un abogado defensor), tiene posibilidades de llegar a un juicio en mejores condiciones (al menos sin haberse autoincriminado ni confesado el delito). Excepto en la Ciudad de México. Aquí la película es diferente.

EL DEFENSOR DE OFICIO

En Estados Unidos, por ejemplo, después de los policías (a veces, al mismo tiempo) llega el fiscal para interrogar e iniciar la investigación del delito (cuando no fue detenido como resultado de una investigación). En la Ciudad de México, aunque los policías interrogan, la puesta a disposición del detenido en el Ministerio Público es lo que inicia formalmente la investigación judicial del delito y en consecuencia, el interrogatorio del MP. Hay muchas variantes pero el esquema se reduce a este formato. El MP arma la causa y la presenta al juez. Un detenido puede pensar que si pasó el "inquietante" y a menudo violento interrogatorio del MP, tiene posibilidades de llegar al juez sin que el MP presente la prueba madre de todas las sentencias mexicanas: la confesión. Sin embargo, en el DF, al detenido le espera otra prueba de hierro que llega de la mano de la "ayuda" de su propio defensor de oficio.

Los defensores de oficio son la representación jurídica gratuita garantizada por la fracción VIII del Apartado B del artículo 20 Constitucional para toda persona imputada -acusado- por una autoridad jurisdiccional (juez o fiscal). La defensoría pública del DF cuenta con alrededor de 217 abogados (GDF, 2004) y de 2008 a 2010, han atendido aproximadamente a 34 mil por año (GDF, 2012). Esto significa que cada defensor público atendió a un promedio anual de 156.68 casos. En otras palabras, un caso nuevo cada dos días. ¿Y cómo se procesa semejante cantidad de trabajo? Muy fácil, persuadiendo al detenido para que confiese.

Según la encuesta a reclusorios (CIDE, 2002, 2005, 2009), el 29.4 por ciento de los entrevistados que contaron con defensores de oficio se declararon culpables, frente a un 20.8 por ciento en los casos con abogados privados. Si ahora se...

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