En flagrancia / Sillas de ruedas

AutorGustavo Fondevila

El lunes pasado, alrededor de las 18:00 horas, Asael -un conductor de Uber- recogió a Christian y a su mamá en el Metro Pantitlán. Christian había sido duramente golpeado por unos delincuentes que habían intentado asaltarlo. La madre lo había llevado a un centro médico de la zona, pero le recomendaron trasladarlo al Hospital General Xoco (Benito Juárez) porque era posible que tuviera un serio derrame cerebral y allí tienen mejores aparatos de diagnóstico. Al llegar, la mujer bajó del auto para pedir una silla de ruedas para ingresar a Christian, quien estaba inconsciente. Pero el policía auxiliar de la entrada se negó a dársela porque "después se las roban". Asael y la mamá bajaron como pudieron al joven y lo arrastraron hasta la entrada. Para rematar, todavía no habían llegado a la puerta de la unidad de emergencias cuando el policía le pidió a Asael que retirara el auto de la entrada del hospital.

EMPATÍA Y ALGO MÁS

Hace un par de años, en una conferencia en la Fundación Colosio, la Comisaria Laura Carrera Lugo, directora de Sidepol (Policía Federal) expresó que la seguridad pública no consistía solamente en reducir las tasas criminales sino también en cooperación y respeto. En otras palabras, no hacen falta más armas, ni rocobops, ni patrullas sino policías más empáticos con las personas que "protegen". Y éste es un pendiente de todos los intentos de reforma del sector, de los Subsemun, Fasp, Forteseg, controles de confianza, etcétera, y hasta de las opiniones de los expertos que rara vez abordan este asunto. La gente no se acerca a la policía por desconfianza pero también porque rara vez recibe ayuda. De hecho, desde el 2013 que el INEGI ha comenzado a medir este tema la situación ha empeorado sustantivamente: la percepción negativa de la ciudadanía respecto de la posibilidad de recibir ayuda de las policías ha pasado en apenas 3 años de 36.8% a 56.6% (tránsito) y de 27.7% a 41.4% (preventiva).

Un severo empeoramiento que no está relacionado directamente con las tasas delictivas, pero que implica -igual que la desconfianza- un alejamiento de la ciudadanía...

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