Un fracaso histórico

AutorAlejandro Rosas

La historia desfiló frente a los ojos de miles de personas que se reunieron con entusiasmo la mañana del 15 de septiembre de 1910. La gente aplaudía. Los siglos de México transitaban por las calles de la capital de la República en el famoso desfile histórico. Moctezuma, Cortés, los virreyes, Hidalgo, Morelos, Iturbide, los principales protagonistas de la historia se reunían en vísperas de los 100 años del inicio de la Independencia, pero algo ensombrecía el ambiente festivo.

La ciudad de México parecía estar al margen de lo que ocurría en todo el país: decenas de antirreeleccionistas, incluyendo su propio candidato, Francisco I. Madero, ocupaban las cárceles desde junio anterior, cuando la campaña maderista fue interrumpida para dar paso al fraude electoral que llevó a don Porfirio a ocupar la Presidencia por octava ocasión. Las fiestas del centenario olían a violencia revolucionaria.

El gobierno no hizo caso al llamado de los tiempos y centró su atención en los festejos, los cuales se habían organizado alrededor de un sólido proyecto nacional, sostenido por una larga dictadura, que había logrado transformar el caótico rostro del México decimonónico en tan sólo tres décadas y bajo tres pilares: orden, paz y progreso y así se mostró al mundo, como una nación próspera, civilizada y con un futuro promisorio.

Fundación y Porfiriato

Ha comenzado la cuenta regresiva para conmemorar el Bicentenario del inicio de la Independencia y el Centenario del inicio de la Revolución; sin embargo, 2010 debería convertirse en un momento para reconocer que luego de un largo proceso de 200 años, México ha fracasado históricamente; que tanto la clase gobernante como la sociedad -en sus distintas épocas- han dejado ir oportunidades para transformar la realidad del país y han sido incapaces de consolidar un verdadero proyecto que marque de manera definitiva el rumbo que debe seguir la nación. La responsabilidad es compartida.

Los principios de libertad, justicia e igualdad enarbolados por los caudillos insurgentes durante la guerra de Independencia no se materializaron en la vida cotidiana a lo largo de todo el siglo XIX; fueron codificados a través de leyes -lo cual representó un avance importante-, pero dadas las circunstancias del país -guerras con el exterior, golpes de Estado, asonadas, traiciones- resultó imposible su aplicación. El país no vivió las azarosas décadas del XIX, las sobrevivió.

México avanzó como nación independiente desde 1821 dando traspiés...

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