V República Francesa en decadencia

AutorPedro Arturo Aguirre

Pedro Arturo Aguirre

Consultor político, autor del libro Elecciones y Política en Francia: de Charles De Gaulle a Jacques Chirac.

La historia de la V República Francesa está llena de colosales duelos entre estadistas de gran estatura política e histórica. En las elecciones presidenciales francesas han competido personajes como Charles De Gaulle, Francois Mitterrand, Lionel Jospin, Valery Giscard d'Estaing, George Pompidou. Incluso Jacques Chirac tenía su grandeur. Pero en esta ocasión se enfrentarán en las urnas galas dos personajes ampliamente cuestionados: Nicolas Sarkozy y Francois Hollande. El primero es el mandatario que ha descendido a los niveles más bajos de popularidad para un presidente francés desde el fin de la Segunda Guerra Mundial; el segundo es un político sin ninguna experiencia gubernamental ejecutiva (más allá de haber sido alcalde del Tulle, un pueblito), nada carismático y cuya principal virtud, al parecer, es no llamarse Nicolas Sarkozy.

Sarkozy mucho entusiasmó a electorado francés al ganar las elecciones con un discurso transformador que prometía liberalizar y agilizar la economía francesa, tan afectada por un obsoleto dirigismo estatista. "Soy de derecha, pero no soy conservador", decía Sarkozy cuando se presentaba como un liberal modernizador y hablaba de adelantarse a los tiempos y dejar atrás viejos clichés nacionalistas para devolver a Francia a la productividad y a la plena competencia internacional. Tras cinco años de vacilaciones y retrocesos, aunados a una palmaria vulgaridad, Sarkozy ahora busca reelegirse recurriendo a una retórica ultraconservadora y xenófoba. Ya habla de sacar a Francia del tratado de Schengen (que permite la libre circulación de personas en Europa), de someter a referéndum los recortes de los derechos de los inmigrantes y los desempleados y de proteccionismo comercial. A toda esta retórica nacionalista y xenófoba le vino como anillo al dedo la lamentable matanza de Toulouse perpetrada por un islamista radical, que le permitió al Presidente explotar su imagen de "protector" y de líder decidido, único capaz de enfrentar las amenazas del terrorismo.

Por su lado, el anodino candidato socialista Francois Hollande logró imponerse en las primarias de su partido esgrimiendo como una de sus principales virtudes precisamente su anticarisma, convertido en ventaja después de que Francia ha padecido un quinquenio de un algún líder percibido como excesivamente protagónico. Hollande se compromete a...

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