Entrevista/ José Francisco Gallardo/ Debe ejército rendir cuentas

AutorRoberto Zamarripa

La mañana del domingo 5 de diciembre de 1993, sentado en un catre del principal cuarto de visita del Campo Militar Número Uno, el General José Francisco Gallardo Rodríguez hablaba en voz baja, nervioso: "Creí que me iban a tirar al mar y desaparecerme. Sé cómo actúan, sé lo que hacen".

Ahora, 9 años después, con más palidez que entonces, pero con unos kilos extra, revira: "No sabía que íbamos a lograr ese apoyo a nivel nacional e internacional. Si lo hubiera sabido, esa reforma la hubiera hecho antes. Empezamos a abrir muchas cosas que estaban cerradas y no sabíamos a dónde íbamos a parar".

Entró al Campo Militar Número Uno el martes 9 de noviembre de 1993. Recluido ahí, después en penales civiles del Estado de México, condenado a 28 años de prisión por delitos de malversación de fondos, enriquecimiento ilícito y destrucción de archivos del Ejército, el General Gallardo tenía un reclamo que en el fondo le costó la libertad: pedía la creación de un Ombudsman militar. Lo hizo por escrito, lo hizo público. Vino sobre él todo el peso de la ley militar, de la revancha de la jerarquía castrense, del castigo a su desafío.

"Esperaba no únicamente mi encarcelamiento por parte de los mandos militares, sino que en un momento fuera privado de la vida yo o alguno de mis hijos o mi esposa. Nos fue bien, estamos todos sanos, completos. Hay otros mexicanos que han pagado con su vida, una lucha por los derechos humanos o por sus ideales, como la abogada Digna Ochoa, quien también tocó fibras muy sensibles del Ejército en sus investigaciones", dice ahora en libertad.

Este viernes, en su primer desayuno fuera de prisión, comió en tiempo récord unos huevos rancheros y no dejó rastros de frijoles en el plato ovalado.

De nuevo evoca aquel vuelo sobre el mar cuando fue trasladado en noviembre de 1993 de Guaymas al DF. "Me venían hostigando en el camino, diciéndome 'con que muy defensor de los derechos humanos, vas a ver lo que te va a pasar ahorita y te vamos a tirar al mar'. Lo creí, porque esta gente así actúa. Y además, hay antecedentes de que en la Guerra Sucia, muchas personas de las que están ahora desaparecidas fueron tiradas al mar".

El jueves pasado casi 3 mil días después, José Francisco Gallardo salió a la calle.

Llegó a su departamento en la Unidad Militar sobre las diez y media de la noche y nada estaba preparado. Sólo una jarra de agua de naranja. Gallardo entró como pudo entre la bola de amigos, vecinos y reporteros. "Estaba más grande mi celda"...

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