Francisco Javier González / De tamaños y actitudes

AutorFrancisco Javier González

Para Rayados de Monterrey no es cosa fácil viajar a la capital para enfrentar a cualquier adversario.

Por alguna razón, le pega más que a otros visitantes el presentarse en la Ciudad de México, aunque uno de sus títulos lo obtuvo contra Cruz Azul en el estadio de la Ciudad de los Deportes.

El mediodía mató a los Tigres en la Liguilla del torneo pasado. Compañeros del mismo mal que los Rayados, terminaron agotados en aquel mediodía invernal en Ciudad Universitaria.

Lo sucedido ayer en el Pedregal tiene que ver con varias cosas. Una de ellas, la incapacidad del Monterrey para resolver un partido en el que muy temprano tenía ventaja en el marcador y en el número de elementos en la cancha por la exagerada expulsión a Quintana.

La impresión que dejó el equipo de Diego Alonso fue semejante a la de la serie final del invierno pasado, siendo incapaz de rematar a un Cruz Azul que se empezaba a meter en problemas, pero que no fue atacado. El síndrome de la capital también hizo mella en un plantel sumamente veloz y competitivo que perdió ahí también su fuerza.

Varias ocasiones tuvo Rayados de cerrar el partido, pero entre un atajadón de Saldívar a una jugada de sexto año de Funes Mori, una chambonada de Pizarro y el error que generó el gol de Pumas muy cerca ya del final del partido, cada quien se llevó su lección.

La de Rayados consiste en analizar qué le sucede en estos viajes, si la tendencia histórica de perder cualidades tiene remedio y si el aspecto mental tiene que ver con esto.

En al caso de Pumas, se habrá tomado nota de que aun cuando el plantel es menos ostentoso...

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