San Francisco Magú, Estado de México: Un paraíso fiscal de leyenda

AutorOscar Vladimir Martínez

Un "paraíso fiscal" está a hora y media del Distrito Federal. Los habitantes de San Francisco Magú, pequeño poblado del municipio mexiquense de Nicolás Romero, no pagan impuestos desde hace más de dos siglos y medio. Ni predial, ni licencias de construcción o comerciales son reclamados por el ayuntamiento, facultado para ello como establece la Constitución. Algunos negocios no cobran ni siquiera el impuesto al valor agregado.

Este privilegio se debe, cuentan los pobladores, a un decreto de exención expedido en el siglo XVIII por el virrey Juan Antonio de Vizarrón, quien presuntamente se refugió en esta localidad tras ser acusado de traición por la Corona española. El documento fue validado por los gobiernos de Benito Juárez y Luis Echeverría, refiere la historia transmitida de generación en generación y consignada en un cuadro que se exhibe al público en la distribuidora de una empresa cervecera ubicada en este municipio.

Un pergamino que, de existir, carecería de validez legal, de acuerdo con especialistas en historia y derecho. Los pobladores se niegan terminantemente a mostrar el documento original y rehúsan informar con precisión quiénes lo poseen. Aseguran que constancias del decreto pueden consultarse en instituciones públicas. Su paradero es un secreto que defienden, dicho en sus propias palabras, "con la vida misma".

Sin embargo, ni el Archivo General de la Nación posee el referido manuscrito, ni el Diario Oficial de la Federación consigna el supuesto refrendo en las fechas que, según la historia, habría ocurrido. Libros especializados en la historia del estado de México y de la Nueva España no registran el hecho. Ni siquiera en la biografía del virrey Vizarrón hay pasaje alguno que refiera el asilo otorgado al gobernante colonial ni la generosa recompensa por la hospitalidad recibida.

La ilustración que se exhibe públicamente en el municipio, cuna del extinto líder obrero Fidel Velázquez, presentada como una presunta copia del original, es en realidad una transcripción, elaborada a petición de la empresa cervecera, de lo que diría el manuscrito virreinal.

Sin ningún reclamo por parte de los gobiernos estatal y federal, los habitantes de San Francisco Magú no pagan impuestos porque, simplemente, los ayuntamientos -de extracción panista los más recientes- han querido evitar un conflicto social.

Este indulto es visto por los pobladores como parte de sus "usos y costumbres" y, con ese argumento, se han opuesto a cualquier intento oficial por recaudar las contribuciones referidas. Para ellos es una tradición y no una ilegalidad.

Pequeños cacicazgos

En esta comunidad, a punto de ser absorbida por la mancha urbana, no existen facturas o recibos fiscales, ni comprobantes del pago predial, y menos aún por concepto de licencias.

Ahí, los propios vecinos establecen las reglas y ellos mismos las hacen valer. Quién construye y cómo. A quién se le venden terrenos y a quién no. También se encargan de las "escrituras", válidas sólo para la localidad.

Incluso han construido su propio servicio de abastecimiento de agua. El ayuntamiento es completamente ajeno a este tipo de decisiones.

Para adquirir un predio es necesaria la anuencia del Consejo de Participación Ciudadana, reconocida por los habitantes como máxima autoridad, aun cuando -por tradición- está supeditada a las decisiones de un consejo de ancianos. También existen "cacicazgos": dos familias, los Carbajal y los Nava, dueños de propiedades ubicadas en el centro de la localidad, han dominado históricamente dentro del pueblo.

"El poder local está dominado por grupos: el consejo de participación lo maneja un grupo, al consejo local otro grupo y al comisariado ejidal lo manejan el grupo de los caciques", asegura Gilberto Vargas Arana, jefe del Archivo Histórico municipal.

Una vez conseguida la aprobación, el comprador debe pagar una cuota de 150 pesos a las "autoridades ciudadanas", más una "contribución" anual de 500 pesos. Está prohibida la instalación de fábricas, empresas, bares y cantinas, así como la construcción de fraccionamientos.

"Aunque son herméticos, se pueden hacer relaciones y comprar terrenos", dice el cronista municipal Xavier Esparza. "Ellos mismos hacen el contrato de compra-venta. Se tiene que pagar una cooperación muy grande, porque cuando se hizo la carretera, las banquetas, la electrificación, aportaron todos. El que llega se tiene que poner al corriente, como todos los vecinos. Cuando se tiene que hacer un camino o instalar servicios, hay que hacer faena o poner un peón. Es el trabajo comunitario".

Ni siquiera se paga el impuesto al valor agregado, de índole federal, reconoce el nuevo alcalde panista Gabino Jasso. "Hay pocas empresas en Magú, pero las que existen no pagan ningún tipo de impuestos. Es un paraíso".

Prueba de ello son los comprobantes que expide una de las tiendas ubicada en la calle principal, recién pavimentada. Los recibos de compra que entrega dicho establecimiento (expedidos por computadora) no tienen el Registro Federal de...

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