Franky Mostro / Enriqueta 'La Chola'

AutorFranky Mostro

Si bien mi titular los podría llegar a confundir no, no hay ningún error. Esta columna está dedicada a un gran amigo, Enrique Parra, a quien le acabo de rendir homenaje póstumo replicando uno de los amores de su vida. Su "Gran Kahuna", una troka Chevrolet C10 del 74, que trajo manejando a la Ciudad de México con todas sus pertenecías en la caja desde San José, California, de un trancazo y sin parar, hasta tocar el timbre de mi casa, obvio sin avisar.

Al ser un héroe del olimpo comprobado por hazañas preparatorianas legendarias realizadas en complicidad con mi hermano como picarle la cola a un oficial de tránsito con una vara cuando checaba el motor de su patrulla descompuesta o romper el récord de "La linterna" y refinarse 52 tacos al pastor con doble tortilla, o ir disfrazado de crayola a una graduación, no se le pidió Visa: fue adoptado en la tribu de Losadams de inmediato y con honores.

Su camioneta, la "Gran Kahuna", como él la bautizó por su apariencia surfera, se hizo al instante nuestro vehículo de guerra, toda la pandilla cabía en esa troka, incluso viajando en carretera. Somos 10 ¿un Acapulcazo? No hay problema, sube el sofá viejo y todos a la batea y de paso enseñamos el trasero a las familias decentes en cada rebase, al fin que el Cholito iba al volante.

Un año después de vacación desmedida el Cholo y su C10 regresaron a California, uno panzón, la otra con más kilómetros y anécdotas inolvidables en su VIN.

Jamás olvidaré esa etapa noventera de mi vida y me gusta recordarla a la menor provocación. Pero el destino también hizo lo suyo al ponerme una señal en el camino.

Resulta que, perdido en un lugar en el que no tenía que estar, en una calle a la que jamás regresaré, vi la silueta de una C10 Scottsdale caja California, sí, una "Gran Kahuna" como la del Cholo, al instante la nostalgia me invadió, al grado de bajar a preguntar si estaba en venta, pensando que aquellos tiempos volverían.

Dos días después, tras un modesto regateo, la leyenda de la camioneta como la que 25 años atrás nos ayudó a sembrar el terror en la ciudad estaba ahora en mi garage. No podía esperar mandarle las fotos al Cholito y buscar su aprobación. Rudo y jetón como siempre ocultó su emoción pues sabía...

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