FRONTERA INVISIBLE / El dilema chino

AutorSergio Muñoz Bata

Con sólo un tercio del territorio nacional habitable y una población de mil millones 300 mil personas, el dilema chino es cómo acelerar el proceso de urbanización sin destruir su inmenso legado cultural.

Frente a la inmensidad de la Gran Muralla de China en Badaling, en las afueras de Beijing, un hombre de negocios belga me pregunta si el paisaje me conmueve. Yo dudo al contestarle porque instintivamente comparo esta experiencia con otras que he tenido la suerte de vivir en otros lugares. Pienso por ejemplo en un amanecer en Machu Picchu justo en el instante en el que las nubes empezaban a levantar y los rayos del sol se colaban por entre la neblina iluminando la ciudadela. También recuerdo la súbita aparición del majestuoso Palacio de Palenque en un claro de la selva chiapaneca y una puesta de sol en el Bósforo sentado en la terraza del sitio donde estuvo el café de Pierre Loti en Estambul y mi respuesta es un no dubitativo por varias razones.

Primero, porque mi visión de la muralla es episódica, su inmensidad es tal que el viajero la ve desde muy lejos en el camino y por ello no se da nunca un instante de revelación. Otro factor negativo es la multitud que la ocupa centímetro a centímetro y se mueve siguiendo las instrucciones de los guías de turismo con sus megáfonos a todo volumen.

Pero no me malentienda por favor, me maravillan las proezas de los chinos, por ejemplo, que hayan levantado una muralla que alguna vez se extendió por más de 4 mil kilómetros aunque nunca haya cumplido a cabalidad su misión protectora y en su construcción murieran aproximadamente un millón de personas. También me impresiona la opulencia del extraordinario Palacio Imperial o Ciudad Prohibida, con sus 9 mil 999 salones, patios y plazas para uso exclusivo de unos cuantos. Pero aquí otra vez, el número de visitantes es agobiante, sobre todo cuando los pasajes de un palacio a otro se angostan.

Después de un corto vuelo de Beijing llegamos a Xi'an, una ciudad que, ahora me entero, alguna vez rivalizó con Atenas, El Cairo, Roma y Estambul como capital cultural. En las inmediaciones de Xi'an está la tumba más grande del mundo y en ella yacen miles de esculturas en terracota de soldados, arqueros, caballos con sus cuadrigas y cuyo deber fue resguardar los restos del emperador Qin Shi Huang, un hombre brillante déspota y cruel. Y aunque el palacio de Huang y su tumba con las esculturas de terracota fueron parcialmente destruidos durante una rebelión, la belleza de las...

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