FRONTERA INVISIBLE / La elocuencia perdida

AutorSergio Muñoz Bata

Con vistas al 2012, de nada valdrá que Obama recupere la elocuencia si no logra reducir el índice de desempleo de manera drástica.

En la historia política de Estados Unidos no es inusual que el partido del Presidente en funciones pierda su mayoría en el Congreso. En la elección intermedia de 2006, el partido del entonces Presidente George W. Bush perdió 30 escaños en la Cámara de Representantes. Este año la paliza al partido mayoritario fue mucho peor. El partido del Presidente Barack Obama perdió más del doble de representantes en la Cámara baja y casi pierde la mayoría en el Senado.

Para explicar su triunfo, los republicanos han dicho que los votantes expresaron su repudio a la política económica de Obama y a su dispendiosa manera de gobernar. Y tienen razón aunque su explicación es parcial e insuficiente. Los votantes independientes se inconformaron con las políticas económicas de Obama y el ala conservadora más radical del partido republicano se movilizó para votar en su contra. Un dato interesante es que aún cuando es normal que a una elección intermedia acudan menos votantes que a una presidencial, en 2008, cuando Obama ganó la presidencia, 130 millones de personas acudieron a las urnas, mientras que en 2010 sólo votaron 75 millones de ciudadanos, es decir, esta vez hubo 45 millones de votantes menos.

Los demócratas admiten que sus políticas no han logrado reducir los altos índices de desempleo y que el crecimiento económico sigue siendo débil pero, argumentan, esto no significa que en dos años de gobierno no hayan hecho nada productivo. El gran problema, dicen los demócratas, es que no supieron explicarle a la ciudadanía los beneficios públicos de su trabajo y permitieron que la narrativa de los primeros dos años del Gobierno de Obama la hicieran los republicanos.

Yo coincido con esta interpretación de los hechos, pero no disculpo la torpeza de los demócratas para resaltar los beneficios de los logros legislativos de esta Administración. Considere, por ejemplo, la Ley de Estímulo Económico de 2009, que incluyó incentivos fiscales a individuos y compañías para ayudarles a crear o conservar puestos de trabajo. Gracias a esto, miles de negocios se salvaron de ir a la quiebra y pudieron mantener estable su fuerza laboral. Lo mismo sucedió con las escuelas públicas que siguieron funcionando con normalidad porque gracias a la Ley hubo dinero para pagar a los maestros.

La Ley de Estímulo también destinó miles de millones de dólares para...

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