DESDE LA FRONTERA NORTE / Daré esta noche 'el grito'

AutorJorge A. Bustamante

No sería honesto de mi parte unirme al ánimo de celebración que promueve el gobierno. Soy de los que piensan que no vivimos condiciones como para celebrar. Esta expresión de desaliento no debe confundirse con una falta de amor por el país. Todo lo contrario. Porque amo a mi país siento una profunda tristeza por ver los datos que revelan que vamos de mal en peor. Al ver cómo se ha despeñado la calidad de la educación, cómo ha aumentado la pobreza extrema, cómo ha aumentado la corrupción, la inseguridad, el desprecio por los derechos humanos, tanto de los mexicanos como de los extranjeros en nuestro territorio. No puedo alegrarme con los cohetes y las luces de un festejo que promueve el gobierno que parece querer distraernos de la realidad apelando al mérito de nuestros héroes. Yo escribí mi primera tesis para recibirme de licenciado en Derecho sobre la Constitución de Apatzingán, lo que me hizo estudiar a fondo los logros y la personalidad de José María Morelos y Pavón. Recuerdo cómo me emocionó conocer las circunstancias que rodearon su declaración de ser "el siervo de la nación" cuando sus lambiscones lo proclamaban como el caudillo. Desde entonces aprendí a ver a nuestros héroes en sus claros y en sus oscuros sin que sus contradicciones llevaran mis efímeras condenas más allá de mis juicios sobre la naturaleza humana. Éstos acabaron por no hacerme dudar del lugar de nuestros héroes en aquella historia patria que aprendí en mis años de primaria y secundaria. Desde entonces supe del México que me tocó vivir. Los sesgos por mi país fueron fuertemente marcados por los sucesos y liderazgos de 1938, año en que nací en una familia muy nacionalista, como eran las de los militares que tuvieron como jefe al general Cárdenas. Crecí bajo estrictas reglas de ética de mi padre que fue uno de ellos. No honraría esas reglas de ética si saliera a la calle a festejar lo que nuestros gobiernos contemporáneos han hecho del México que admiraba mi padre. Sin embargo, respeto el sentimiento de quienes celebran su identidad como mexicanos. Ese respeto me nació al convivir en las comunidades de origen mexicano en Estados Unidos. Un viejo inmigrante originario de Michoacán me dijo una vez que coincidimos en una ceremonia "del grito" en Los Ángeles: "algo tiene lo mexicano que no se quita ni con lejía". El fervor con el que se celebran las fiestas mexicanas en Estados Unidos, no lo he visto en México como lo he visto en Estados Unidos. Algunos de esos migrantes se...

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