Froylán M. López Narváez/ Globalomanías

AutorFroylán M. López Narváez

Amedrentados, huidizos, los organizadores de la Reunión Regional del Foro Económico Mundial, FEM, se alojaron en Cancún, Quintana Roo, para proponer tesis, reclamar conductas gubernamentales o exigirlas, al tiempo que los oficiales de administraciones federales y locales externaban criterios, temores y solicitudes. Los escandalizantes globalifóbicos, unos centenares, ocurrieron y el día de la inauguración emplearon su tiempo en exhibiciones, propagandas y disputas entre ellos.

No es creído que en estos foros se logren acuerdos y prácticas que superen las ofertas de ilusiones, progresos diferidos o de análisis de moralina económica. Los negocios y arreglos son fruto de cabildeos, más o menos sigilosos en otras reuniones, entre los detentadores de las finanzas internacionales, con su general o poder supremo encarnado y organizado en el Fondo Monetario Internacional, principalmente.

El FMI es una corporación de ninguna fe trascendental. En todo caso, la fe o creencias de los globalifóbicos -al modo de americanización y corporativización, mercantilización o mercadeo planetario, de un economicismo falazmente impolítico o apolítico o aideológico- son panteístas, en tanto que su visión del mundo y de sí mismos se agota en la finitud de la vida y en la adicción a la productividad, a los negocios, al consumismo y a los hedonismos primarios.

En el imprescindible Breviario Político de la Globalización (FCPS, UNAM, 1997), se signan precisamente las ideas, valores o disvalores, la historia, sentido y tendencias y propósitos de este Leviatán magnífico y devastador. Así se precisa cómo la "técnica" se ha erigido en la "moral de los señores", pero se ha generalizado y universalizado en aras de una cientificidad y modernidad que se ha convertido en panacea de todos los males sociales" (F. Piñon).

Esto está ínsito en los planteamientos del flamante secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz. De acuerdo con sus valores científicos o lo que le enseñaron como tales, sus propuestas se constriñen a las teorías enmendadoras o restauradoras y propulsoras del capitalismo. Aunque Guillermo Ortiz consideró que no hay atajos ni soluciones mágicas, y apuntó el drama descomunal de las naciones (todavía quedan) latinoamericanas: 40 por ciento de la población vive en la pobreza (y en la miseria sobrevive), la distribución de los frutos del trabajo o riqueza es de las peores del mundo, no obstante Gil Díaz se lanzó a fórmulas que no consideran los elementos clave de la...

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