Froylán M. López Narváez/ Mentirosos

AutorFroylán M. López Narváez

Acosado, abrumado, el gobernador del estado de México, Arturo Montiel, no se guardó y espetó anteayer: "Escúchenlo bien, en la política se hacen amigos de mentiras y enemigos de verdad". No descubrió ni inventó nada el fracasante funcionario. Desde temprano quienes se lanzan a los pantanos de la lucha política, que más bien es lodera, saben que flotarán, se sumergirán, sacarán la cabeza en los cienos de las ambiciones y de la búsqueda y mantenimiento del poder.

Un su paisano, preferible en la sucesión mexiquense última, replicaba ofendido cuando se le hacía notar la maldad y el abuso generalizados en su partido el PRI -que no tienen la exclusiva del engaño, de la falsedad y de la trampa, ni mucho menos- que en la política y en su partido había gente decente y hasta de bien. Sí puede ser, se le duplicó, en los prostíbulos también.

Por supuesto, en las iglesias, en las universidades, en las familias, en el periodismo, en las relaciones de todo cuño, la mentira es artilugio motivado y explicable por varias razones. Sería doloso y estúpido sostener que la política es la sede única de la mentira. Pero en ella es requisito para la eminencia y para la sobrevivencia. Quien no miente, engaña o se engaña, no prevalece ni trasciende.

Pero en esta semana última sobrevino el duelo de mentiras y de mentirosos, las imputaciones de que alguien miente las han expresado partidarios y el mismo Vicente Fox calificó de gran mentira el desplegado que presuntamente habían firmado 18 gobernadores y en el que se le hacían recriminaciones y reclamaciones graves, en son de guerra: "el gobierno que encabeza Vicente Fox despliega una campaña de agresión, desprestigio y linchamiento en contra de los gobiernos estatales y municipales que no compartimos su filiación política... ...se encamina hacia el autoritarismo y la persecución políticas".

El único que asumió su participación, el jueves pasado, fue el gobernador de Colima, Fernando Moreno Peña. Explicó que no había firmas porque se pidió anuencia por teléfono. Nadie podía firmar, según él. Al principio hubo desconciertos y miedos de los priistas. Hoy, reunidos y con acuerdos reparadores ya propios, se expresan desdeñosos e indiferentes, en apariencia, sobre este provocador incidente. Un gobernador fue "machín", en esos días tres confusos y catorce se escabulleron, inocentes o culpables del escrito.

Finalmente convienen decir, en querer que se crea, que el libelo fue anónimo, sin firma y sin remitente. Que lo que hubo...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR