Froylán M. López Narváez / Sub México 2011

AutorFroylán M. López Narváez

Regocijos, lloros breves, histerias locochonas, relajos tolerados, revendedores remitidos, repeticiones de goles ad nauseam, exaltaciones sensatas y cretinas, el logro quesque nacional de muchachos en el Campeonato del Mundo Sub 17.

En las mismas horas, y en días siguientes del entusiasmo se cometieron crímenes, secuestros, negocios de tratas, matanzas en antros, y el asesinato del arquitecto joven Javier Serrano Orozco. Y también se liberó a la profesora Ana Isela Martínez Amaya, malamente acusada de trasladar mariguana hacia El Paso, Texas. Es decir, continuaba la trágica vida común en casi todas las ciudades y regiones de la República Mexicana. La hermosa y brutal realidad soterrada antaño y hoy exhibida como nunca, con sus empeños y pugnas contradictorias, atávicos como ocurre en el planeta, con sus asegunes.

El campeonato de chamacos propició los oportunismos políticos del caso. Felipe Calderón Hinojosa volvió a llevarse las palmas del dislate. Entre rechiflas parciales y abundantes, entregó trofeos a los muchachos y, al día siguiente, sentenció: "Yo estoy convencido de que México no va a ser el mismo después de este campeonato del mundo. Hay muchas cosas que hacer, desde luego, los problemas siguen, pero creo que tienen que cambiar...".

Bien que este empleado superior de la Federación se dé tiempo para el seguimiento, y como es el caso, disfrute de la nadería tan amena y a veces emocionante de ver partidos futboleros. Pero, francamente, es un disparate doloso atribuir a anotar goles el cambio sustancial de las condiciones de esta República o de otras cualesquiera. Argentina y Brasil han ganado campeonatos de mayor negocio y aprecio deportivo y su presente y futuro no es el mejor y en ningún caso consecuencia del manejo acertado de puntapiés o cabezazos. En fin, qué gustos aquí, qué decepciones en Uruguay.

Tan no es así, que la ganancia de un campeonato transforme naciones, que los mismos jóvenes que han sido alabados, no tienen futuro previsible en esa su pasión actual que es jugar futbol. Por su misma edad y los requerimientos de los mercachifles, dueños, se llaman alardosos, que los tasan para aprovecharlos aquí, y quizás, venderlos en el extranjero. El negocio del deporte es el mismo donde sea. Nomás hay que ver los trafiques en la FIFA, emporio de transacciones de sedes, directivos, jugadores, medios audiovisuales.

La barahúnda del campeonato opacó las develaciones que hicieron quienes antes eran...

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