Froylán M. López Narváez / A morir con Peña

AutorFroylán M. López Narváez

Entre apretujones, manoseos, caricias, vítores de remedo, matracas, Enrique Peña se dejó "apapachar" por sus leales, sus subalternos y entreguistas del PRI. Con la ausencia de ex presidentes del, nuevamente, "Involucionario Institucional", el atlacomulca se apropió del mando único de las huestes del partido que celebra su 21 Asamblea Nacional ordinaria. Muy ordinaria.

El alborozo, la ufanía y el triunfalismo significaron la reunión del domingo pasado. Avorazado, el principal del gobierno federal se incrustó en la Comisión Política permanente del tricolor. Ejercerá potestades directas para decidir en cuanto haga a la elección de candidatos a puestos de elección popular. Con unanimidad, en dos horas, se aprobaron cambios no solamente estatutarios, sino la contradicción de cambiar declaración de principios, programa de acción -la mitad es nuevo- estrategias y estatutos.

Se acabó la "sana distancia" entre el Presidente y su partido. Ahora se impone la colusión estrecha. La identidad entre funcionarios federales y "militantes".

Además de un "mexiquensismo", mexiquenses en puestos mayores, arrejuntados con tecnoburócratas de cuño más bien reciente, la carencia de ideología expresa, o muy conocida, fue reemplazada por un pragmatismo presuroso. Si antes se evadía o refutaba, se ponían candados a la misma discusión por el IVA en alimentos y en medicinas, a la injerencia mayor de capitalistas privados, o subrepticiamente extranjeros, en la industria petrolera.

Los alborozos triunfalistas no impidieron la apertura de ingresos: de reconversos que abandonaron al PRI y aún de candidaturas independientes y el retorno de gobernadores que se postularon por otros partidos, en principio ajenos al priato de ha poco. Pasen todos a tomar y a dar atole, con el dedo o en jarritos.

El rescatado mitoterismo priista pronto se vio entremezclado con la cotidiana matanza entre mexicanos y uno que otro extranjero centroamericano. Y ya para ayer repudios estériles a la modificación, el afán de la Reforma Educativa. La discrepancia crónica sometía a más de 184 mil profesores y alumnos en 25 mil escuelas, por lo menos. El rupturismo magisterial se ha atrincherado en Oaxaca, Michoacán, Guerrero y Chiapas, sedes crónicas de protestas y negocios y transacciones añejas.

El juego anarcoide en las escuelas se ha filtrado, por la fuerza, más que con convicciones y arredra, pelea, aún en la misma UNAM. Como con el CCH Naucalpan, la venta de drogas, su contención, impone "protestas"...

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