Entre el fuego, la vida y la muerte

AutorIvett Rangel

SAN JUAN TEOTIHUACÁN, Estado de México.- Cuando el universo estaba en creación, dos hermanos: Hunahpú e Ixbalanqué se enfrentaron a los señores de la obscuridad en un juego de pelota. Así inició la dualidad del mundo; vida y muerte, día y noche.

Según el Popol Vuh, estos gemelos divinos jugaron extraordinariamente en el inframundo, a donde descendieron para realizar el deporte ritual con los dioses. En cada golpe de antebrazo, cadera o pierna, los jugadores de ambos bandos demostraban sus habilidades.

Los hermanos -el lado luminoso- enviaban cada vez más lejos y a mayor velocidad la pelota, los señores -el lado obscuro- respondían con maestría a cada lanzamiento.

Los hermanos resultaron vencedores, así se les sacrificó y transformó en lo que hoy conocemos como Sol y Luna.

Esta noche se juega pelota nuevamente, pero no en el inframundo, sino en el Centro de Tradición Antigua de Teotihuacán, muy cerca de las pirámides del Sol y de la Luna. ¿El objetivo? Ese es el mismo: mantener el equilibrio en el universo.

El sonido del caracol endulza el aire, las voces de los tambores retumban en el lugar, las princesas ofrendan maíz a los dioses y un guerrero realiza la danza del fuego... Se ha llamado a los jugadores, quienes llegan de todos los rincones del planeta.

Por el lado derecho se presentan los Hermanos de la Vida, cuatro hombres que jugarán bajo la protección y con las habilidades del animal que, a su vez, representa a alguno de los elementos: venado (tierra), cocodrilo (agua), jaguar (fuego) y águila (aire).

En el lado contrario surgen los dioses del Mictlán (el inframundo de la mitología azteca), que representan la obscuridad y la muerte con...

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