La fuerza de una cultura

AutorAdalberto Ríos

Donde España se da la mano con el resto de Europa, justo allí donde el Cantábrico acaricia la península y viste de verde a ese terruño que lo reta en magnificencia, ahí yace el País Vasco.

Euskadi, nombre original de esta región, es una tierra vigorosa con rasgos delicados que no hace aspavientos y se concreta a ser auténtica; una privilegiada comarca que no requiere más que interés y buen gusto al viajero que pretenda visitarla.

BILBAO

Vigor Vasco

Llegué a la estación central Termibús, procedente de un sur menos húmedo. Amodorrado, noté cómo las gotas de lluvia se deslizaban por la ventana para darme la bienvenida a Bilbao.

Al llegar al hotel Miró, a sólo metros del Guggenheim, el sol había disipado toda señal de agua en lo alto y dispuse mis cosas para comenzar mi travesía.

Aun si no contara con el desafiante edificio de Frank Gehry, esta ciudad luce contemporánea y equilibrada. Durante los dos días que anduve por Bilbao, me acostumbré a la ecuánime composición de edificios centenarios y obras flamantes diseñadas en años más recientes.

Utilizando la Gran Vía y el río Nervión como derroteros, visité el casco viejo y los barrios de Abando, Indautxu y Abandoibarra. Recorrí los siglos, desde el 14 hasta el 21 a través de la arquitectura, fotografiando templos góticos, mansiones del siglo 19 y el puente peatonal Zubizuri, de Calatrava.

Al andar por la Gran Vía, un paseo escoltado por edificios enmascarados con imponentes balaustradas de la era industrial, es fácil percibir la bonanza que ha engalanado a esta ciudad como a pocas en España. Hoy Bilbao no ha desmerecido en elegancia y, aunque mucho más actualizada, continúa siendo una capital vanidosa que encarna la fortaleza éuscara. A un par de cuadras del hotel está el Museo de Bellas Artes, que este año festeja su centenario y cuya colección sólo es superada por la de El Prado.

Se puede pasar tanto tiempo en el interior como el gusto lo permita, pero en mi caso solo invertí tres horas ya que tenía boleto para las exposiciones temporales "Cosas del Surrealismo", y "Art in the USA", hospedadas en el sitio que, sin duda, hoy es el ícono de la ciudad.

Llegué al Guggenheim e hice trabajar mi cámara a marcha forzada. Las imágenes públicas lo mostraban como una estructura atrevida, pero no hay nada como verla de cerca, tocarla y percibir todos sus planos, sentir, como alguna vez dijo Gehry, "la respiración del edificio".

Pausa culinaria

Una de las razones por las que decidí viajar al País Vasco es mi gusto por la cocina regional que, sin duda, es la que más halagos ha generado entre las gastronomías españolas en los últimos años.

En el caso de Bilbao, me encontré con muchos y muy buenos restaurantes que ofrecen un ramillete de comedores que no sólo lucen por el honor de sus chefs, sino que despliegan lo más atrevido en diseño y decoración. Un ejemplo de ello es el restaurante del Guggenheim (del chef Josean Martínez Alija).

Quien haya estado últimamente en los mejores restaurantes de Londres, Tokio o Nueva York, no notará la diferencia en contemporaneidad; sin embargo, para quienes perseguimos platillos más apegados a la tradición y permitimos que las nuevas cocinas sigan su propia ruta experimental, es preferible hurgar por los de...

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