El futbol: hoy, en el centro

AutorCarlos Tello Díaz

Lo que más sé, a la larga, acerca de la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol.

Albert Camus

La semana pasada culminaron las elecciones más caras y más largas del mundo: costaron más de mil 200 millones de dólares y duraron, sin contar las precampañas, una eternidad: ciento sesenta y cinco días. Muchos acabamos hartos, y los pleitos todavía no acaban. Por eso es justo que hoy, 9 de julio, nos olvidemos de todo por un momento para celebrar el futbol, para disfrutar esta tarde la final de la Copa del Mundo.

Los juegos de pelota han sido practicados desde hace siglos en todos los rincones del mundo. Eran comunes en lugares tan apartados como los pueblos de Mesoamérica, las ciudades de Europa y las metrópolis de Asia. Los chinos de la dinastía Han, 200 años antes de Cristo, disfrutaban un juego llamado Tzu Chu, descrito en un libro de texto para militares con estas palabras: "Tzu debe patear, Chu es la pelota de cuero". Los japoneses jugaban después algo llamado Kemari, que consistía en pasar ceremoniosamente la pelota los unos a los otros, en un terreno de 14 metros cuadrados que tenía un árbol diferente en cada uno de sus ángulos: un cerezo, un arce, un pino y un sauce. Los griegos trataban de rebasar una línea imaginaria con una vejiga inflada en un juego llamado Episkirios, como lo muestran los bajorrelieves reproducidos por Alfred Wahl en el libro Historia del fútbol (Claves, Barcelona, 1998, pp. 11-33). Los romanos, en fin, practicaban un juego de pelota muy similar llamado Harpastum, que gracias a sus conquistas extendieron a lo largo del Imperio.

Regiones muy diversas en Europa tenían su juego de pelota particular durante la Edad Media. En Bretaña y Picardía era común la Soule, que jugaban los jóvenes de dos pueblos vecinos y consistía en desplazar al terreno contrario una especie de pelota rellena de heno llamada, precisamente, soule. Más tarde, durante el Renacimiento, apareció en Bolonia y Florencia un juego bastante parecido al futbol que conocemos hoy: el Calcio. Los partidos más importantes tenían lugar en Florencia, en la Plaza de la Señoría. Aunque la mayoría de las veces eran celebrados en el campo, en un terreno pequeño y delimitado, con porterías sin travesaño en el fondo. Los equipos tenían quince jugadores por bando, con líneas de cuatro: ocho delanteros, dos medios, cuatro zagueros y un portero. Muy parecido al futbol, salvo por un detalle que sería fundamental: en él era posible utilizar tanto los...

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