El futuro de los transgénicos

AutorFrancisco Bolívar Zapata

La biotecnología es una actividad multidisciplinaria, que usa el conocimiento generado en diversas disciplinas para estudiar, modificar y utilizar los sistemas biológicos (microbios, plantas y animales). La biotecnología busca hacer uso responsable y sustentable de la biodiversidad mediante el desarrollo de tecnología eficaz, limpia y competitiva, para facilitar la solución de problemas importantes en los sectores de la salud, agropecuario, industrial y medio ambiente.

En 1973, gracias a la aparición de las técnicas de recombinación "in vitro" de ácido desoxirribonucleico (ADN), la biotecnología alcanza una nueva dimensión. Gracias a estas metodologías, es posible aislar genes específicos de un organismo y transferirlos a otro, generándose así los organismos transgénicos u organismos genéticamente modificados (OGMs).

Los transgénicos se diseñan y construyen con el propósito de generar una nueva capacidad del organismo receptor, la cual reside en el material genético transferido. El objetivo de construir OGMs es el de resolver problemas en diferentes sectores, pensando y convencidos que estos organismos son seres vivos naturales y por ello, tienen un menor impacto en el medio ambiente, biodiversidad y en la salud humana y animal, que muchas otras tecnologías basadas en productos químicos.

Los transgénicos han sido utilizados comercialmente desde hace 25 años con el propósito de producir proteínas idénticas a las humanas. Existen en las farmacias, incluyendo las de México, medicamentos de origen transgénico o recombinante como la insulina, interferones y anticoagulantes de la sangre, que se utilizan para contender con varias problemáticas de la salud humana y que se producen comercialmente con microorganismos transgénicos. Sin estos transgénicos no sería posible producir las cantidades requeridas por el mercado, ya que a partir de tejidos y fluidos humanos como la sangre, no se obtienen más que cantidades muy pequeñas. Así, los transgénicos que producen estas proteínas idénticas a las humanas no pueden ser sustituidos por ninguna otra tecnología. Desde 1981, la utilización de las proteínas recombinantes transgénicas ha contribuido significativamente a mantener y mejorar la salud humana.

En la producción de alimentos el uso de proteínas recombinantes también ha tenido un impacto importante, como el uso de quimosina recombinante en la producción de quesos; amilasas que son utilizadas en la producción de jarabe; lipasas para la fabricación de aceites; glucosa isomerasa para producción de jarabes fructosados y glucanasas en producción de cerveza, entre las más importantes. Por otro lado, proteasas recombinantes son utilizadas en la elaboración de detergentes biodegradables.

Las plantas transgénicas se comercializan desde 1996, y 10 años después se siguen usando sin que hasta la fecha hayan ocasionado algún efecto nocivo a la salud humana o animal, ni a la biodiversidad. Por el contrario, han permitido reducir el uso de pesticidas, lo que se ha traducido en un menor impacto en el ambiente, a diferencia de lo que ha sucedido con la aplicación de productos químicos, algunos de los cuales tienen efectos carcinogénicos. El maíz y la soya transgénicos se consumen en muchos países y cada vez es mayor el número de hectáreas que se cultivan con plantas transgénicas.

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