Gabriel Zaid / Cédulas de identidad

AutorGabriel Zaid

En una aldea todos se conocen, con las ventajas y desventajas de saberse conocidos: acompañados y observados. No hacen falta credenciales. La identificación es un control social ejercido por todos. La "base de datos" sobre quién es quién está en la memoria. Identificarse ante extraños es una necesidad que aparece con los viajes y las grandes ciudades, donde todos se vuelven desconocidos.

La chismografía que acompaña a las personas reconocibles porque salen en televisión recupera algo de la vida aldeana, con una diferencia notable: la falta de reciprocidad. La multitud que adora a un cantante (y quiere saber cosas de su vida personal) es impersonal, a diferencia de la comunidad aldeana. Los fans no se conocen entre sí, ni pueden ser conocidos por su ídolo. John Lennon muere sin saber quién es el fan que lo reconoce y le dispara.

Esta asimetría tiene otra forma en el caso del poder. Los políticos televisados son como los cantantes: reconocibles y asesinables; pero los que ejercen el poder desde la burocracia anónima son desconocidos que pueden observar sin ser observados, investigar sin ser investigados, responsabilizar sin responsabilizarse. Cualquier persona está expuesta a que las autoridades la fotografíen, la fichen, la extorsionen, la secuestren o la maten impunemente. Teóricamente, responden del poder que recibieron; pero se las arreglan para responsabilizar a sus víctimas y a todos los ciudadanos.

Una gran parte de las extorsiones se hacen por teléfono desde las cárceles. Para acabar con esto, bastaría que las autoridades hicieran su trabajo y recogieran los celulares, en vez de cobrar por tolerarlos. Pero les pareció más fácil responsabilizar a millones de personas y someterlas al Renaut que acabar con la corrupción de unos cuantos miles de custodios. Naturalmente, el Registro Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil no funcionó. Los criminales siguen extorsionando y sus custodios protegiéndolos, a pesar del esfuerzo tirado a la basura de 62 millones de personas que registraron su celular.

El esquema se repite una y otra vez. En vez de ocuparse de las excepciones problemáticas, digamos el 1%, las autoridades se lanzan contra el 99% que nada tiene que ver. El 1% sirve de pretexto para multiplicar los controles autoritarios, la burocracia y el gasto público. Sucedió con el Registro Federal de Automóviles, que supuestamente protegía a los propietarios y en realidad sirvió para facilitar el robo y contrabando de autos. En vez de acabar...

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