Gabriel Zaid / De las finanzas a Los Pinos

AutorGabriel Zaid

El primer secretario de Hacienda que soñó ser presidente (contra la tradición de que lo fuera el de Gobernación) provocó un desastre. Desde Gobernación, Luis Echeverría vio con malos ojos el "desarrollo estabilizador" con el que se adornaba Antonio Ortiz Mena, y le creó al presidente Díaz Ordaz un problema tal (la matanza de Tlatelolco) que sólo el secretario de Gobernación podía quedar como sucesor. De remate, llegando a la presidencia, se lanzó a destruir la estabilidad y el "desarrollismo".

Nombró secretario de Hacienda a José López Portillo, que soñó ser presidente, pero declaró que (dadas las oportunidades políticas del que tiene las llaves del gasto público) ningún secretario de Hacienda debería llegar a la presidencia. Cuando llegó, aceleró el desarrollo desestabilizador. Decretó una cuadruplicación de las tasas de interés para las pequeñas cuentas de ahorros (que desaparecieron), un aumento de hasta 30% a los salarios (que se esfumó con la inflación que produjo) y un aumento a los precios internacionales del petróleo (que nadie compró). Quijotescamente, desafió a los molinos de viento: "Defenderé el peso como un perro" (y finalmente devaluó). Para terminar, hizo una pataleta digna de Nerón: la expropiación bancaria.

Dejó la Secretaría de Hacienda partida en dos, y de la mitad con mayores oportunidades de abuso político (la nueva Secretaría de Programación y Presupuesto) salieron los presidentes "programadores", tan ruinosos como los "populistas". Tratando de recuperar la estabilidad y el desarrollo, Miguel de la Madrid provocó la mayor inflación de la historia de México, acompañada de crecimiento nulo. Después, Carlos Salinas de Gortari reprivatizó la banca tan desastrosamente que el país sigue pagando los daños (20% del PIB). Y, en un nuevo episodio quijotesco de "defensa del peso como un perro", garantizó en dólares (que no tenía) los famosos tesobonos, para inspirar confianza en que no habría devaluación. Cuando la hubo, la deuda pública se multiplicó. Como si fuera poco, rompió la estabilidad política del sistema y provocó el regreso a los tiempos del asesinato político y los capos que andan sueltos.

Hoy, nuevamente, se atribuye al secretario de Hacienda el sueño de la presidencia. Para lamentarlo, ni siquiera hace falta recordar que esos sueños han terminado en pesadillas. Basta con señalar que el problema número uno del país hoy son los capos sueltos; que Hacienda tiene responsabilidades en eso, y que el secretario Ernesto...

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