Gaceta del Ángel / Los hijos de la tuba

AutorGermán Dehesa

Sin la música, nuestras comunidades se quedan tristes y sin dignidad. Sin música, no hay alegría y sin alegría no hay vida. Así remataba hermosamente la carta fechada el 24 de enero de 2004 en La Chachalaca, Santiago Camotlán, Villa Alta, Oaxaca y dirigida al de la voz. Mis distinguidos lectores que con lealtad y constancia (los Dorados de Dehesa) me han acompañado en mis extravagantes aventuras y desventuras, recordarán que esa carta, cuyo asunto central era la solicitud de una tuba, desencadenó una jubilosa conjura que movilizó a las fuerzas vivas (me refiero a los ciudadanos; a los funcionarios hay que considerarlos fuerzas muertas) que no descansaron hasta la obtención del susodicho instrumento. Esta historia ya ha sido detalladamente contada y culminada con la solemne entrega del instrumento a la comunidad de La Chachalaca. Si la he reactivado, no es porque esté yo en plan nostálgico, sino porque el musical asunto no terminó ahí; de hecho, es muy posible que no termine nunca y eso me tiene muy contento.

Ahora paso a contarles que tengo un buen grupo de amigos tan o más apasionados que yo por la verdadera, la entrañable, la indispensable música mexicana. En vista del éxito obtenido en la Operación Tuba, decidimos constituir "Sí Sostenido A.C." que se ha propuesto rearmar a ese ejército melódico, rítmico y variopinto que anda desperdigado por todo el país sin perro que le ladre, sin instrumentos ni maestros para hacer su música y sin espacios ni público que permitan su difusión. Si seguimos como vamos, nos vamos a quedar afónicos y abrumados por el ruido y las idiotas y reiterativas baladas y cancioncitas que, como otra forma de ruido, nos despachan incesantemente la radio y la televisión comerciales. A esa tristísima y criminal derrota que se cifra en la contaminación ambiental, hemos de añadir la intolerable contaminación visual y la tarante contaminación auditiva. ¿Qué hacemos?. El expediente más sencillo es quejarnos, culpar al gobierno, resignarnos y esperar sentadotes a ser ganados por el baldío que avanza y por ese creciente estrépito que ni siquiera nos permite escuchar lo que dice nuestro corazón.

Pues fíjense que no nos da la gana. Para eso estamos inventando "Sí Sostenido". Les cuento un sueño guajiro: cuando ya la primavera se haya instalado plenamente en México, se me ocurre que podremos reabrir Chapultepec, el de los...

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