Gaceta del Angel / Los maravillosos migrantes

AutorGermán Dehesa

El tema es inagotable y terrible. Cada vez lo será más. Futurólogos y geopolitólogos coinciden en que el siglo XXI estará signado por el nomadismo. Habrá migrantes de cuello blanco y migrantes que literalmente arriesgarán el cuello. No se requieren demasiados conocimientos para entender por qué aquellos que están donde no hay hacen un enorme esfuerzo para trasladarse a donde sí hay. Es una cuestión de biología elemental. Las complicaciones, los prejuicios, la discriminación y la violencia vienen después. Tanto mejor nos iría a todos si en el caso de la migración de mexicanos hacia Estados Unidos, nuestro gobierno hablara clara y dignamente con el gobierno estadounidense e hiciera lo propio con el pueblo mexicano. Con toda justicia estamos indignados por esos clubes que medran en Arizona cuyo único objetivo es cazar mexicanos. Nos indigna igualmente el trato infame que la Border Patrol le inflige a nuestros paisanos; sin embargo la indignación nos tendría que alcanzar para no aceptar el trato que le damos a los migrantes que la patrulla fronteriza abandona en el lado mexicano e igualmente tendríamos que ser mucho más enérgicos en nuestra exigencia de castigo para esos mexicanos que se dedican a traficar, en complicidad con las policías de ambas fronteras, con los más fregados de nuestros compatriotas. De todo esto tendríamos que hablar con el señor Bush, hoy por hoy tan atareado en la búsqueda de esas armas de destrucción masiva que aviesamente escondió el pérfido Hussein. En un rato que Bushito tenga libre hay que notificarle que ya estuvo suave; que al aceptar la migración mexicana, los estadounidenses no están realizando ninguna labor caritativa, sino que están empleando la mano de obra más barata para tareas que, en su país, ya nadie quiere hacer. Se entiende que lo ideal para los estadounidenses sería tener el control de la llave de suministro, para que los mexicanos entraran cuando ellos quisieran, en la cantidad fijada por ellos y en el plazo por ellos establecido; pero resulta que estamos hablando de seres humanos y estamos hablando de esa calamitosa cicatriz que es la larguísima frontera que comparten dos naciones supuestamente vinculadas por un tratado y supuestamente libres y soberanas. Muchísimo habría que hacer para llegar a un arreglo...

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