Gaceta del Angel/ Al filo del agua

AutorGermán Dehesa

México-Guadalajara. Cuando, este martes a las cuatro de la tarde salí del condado de AMLO, el dios de la lluvia estaba a punto de llorar sobre México. No sé si el numerito fue en mi honor, pero apenas abordé la aeronave, un oficial de vuelo comenzó a maldecir la educación que proporcionan los maristas. Arrebatado por la vehemencia también se arrancó contra su madre (la del oficial, la de los maristas quedó intacta en su ser purísimo y original). ¡Todos los maristas me decían que era un burro! (el juicio puede ser aventurado, pero no necesariamente incorrecto) y siempre me humillaban diciendo que mis hermanos eran unos genios (acá su Charro Negro estiraba al máximo la oreja parabólica) y yo nomás me aguantaba, porque pensaba en mi mamá (hubiera pensado en la de los maristas), hasta que una vez, cuando reprobé siete materias, sí me hartaron (supongo que los maristas estaban igual) y le dije al prefecto: ya ni me diga de mis hermanos, ya me voy (me imagino el sollozo de los maristas) y me fui. Mi mamá se pusooo, pero antes de morir me entendió (es lo que yo digo: las cosas importantes hay que hacerlas antes de morir). ¡Me encantaría que los maristas me vieran ahora y comprobaran que no soy ese burro (es otro) que ellos decían!. Dicho este bello remate, la aeronave se dispuso a despegar y, en menos de una hora caíamos sobre la tierra de Rulfo y Arreola (y del odioso Atlas). En el avión, en clase turista, viaja Alberto Cárdenas, mi muy querido exgóber que trae un atuendo que le diseñó Sandoval Iñiguez: saco color ciénaga y pantalón de panadero. Si en la Capital estaba a punto de llover, acá en Guadalajara, el calor es tropical (y yo con chaleco y saco de lana). Rumbo al hotel, redescubro lo hermosas que son las arboladas avenidas tapatías. La ciudad luce limpia y todavía habitable y sosegada. Breve estancia en el hotel para aligerar la invernal vestimenta. Desciendo al recibidor y, tras un breve conciliábulo con la cúpula directiva del periódico "Mural", quedo listo para enfilarme rumbo al Campus Guadalajara del Tec de Monterrey situado en Zapopan, entre la escuela de aviación y un cementerio con excelente vista de la ciudad. El Tec celebra sus 25 años de presencia en Guadalajara y, por ignotas razones, pensaron que una charla de su Charro Negro sería lo más indicado para dar solemne y formal comienzo a la celebratoria pachanga. Si alguna certeza adquirí durante este acto es la de la presencia y vinculación del Tec con los tapatíos. Si los...

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