Gastronomía mafiosa, 'cocinar el delito'

AutorPau Verdura I Martos

La imagen de unos mafiosos sentados a la mesa, degustando manjares a la vez que planean asesinatos, o hacen negocios al margen de la ley, es una figura muy recurrente en el cine, pero resulta que es verdad. La mafia italiana y su hermana estadounidense han contado entre sus filas con verdaderos gourmets, que en muchos casos eran también excelentes cocineros.

El pueblo italiano es un pueblo amante de la cocina, en su historia se reflejan numerosas comidas que cambiaron su curso y, en muchas de ellas, había capos de la mafia.

En el libro La Mafia se Sienta a la Mesa, de editorial Tusquets escrito por Jacques Kermoal y Martine Bartolomei, se encuentran algunas de las más significativas.

En la primavera de 1860 Garibaldi era el héroe del país, el Resorgimento estaba en pleno apogeo y Victor Manuel iba a ser coronado rey.

Los italianos vivían momentos de felicidad. No así los zii, como se les llama a los jefes de la honorable sociedad, a los que las ideas igualitarias de Garibaldi podían costar mucho dinero. Estos, para rendir honores al héroe de Marsala, le convocaron a un banquete con todos sus oficiales, que se le atragantaría para siempre. En esta comilona se sirvió pernil de corzo adobado al aguardiente de ciruelas de Agrigento, cordero lechal asado al aceite de oliva y capones rellenos de trufas estofadas, entre otros platillos. El banquete fue para mil doscientas personas y el general quedó muy complacido, tanto que aceptó el ofrecimiento de quedarse en Messina una semana, tiempo suficiente para que Bixio, antiguo lugarteniente de Garibaldi, le cortara el paso en Calabria y acabara con su ejército.

Don Vito Cascio Ferro es considerado como el primer emperador de la mafia, hombre analfabeto pero de gusto refinado en lo que al paladar se refiere, comía muy a menudo con el diputado Petrani, de quien se decía tenía el mejor cocinero de Italia. El 12 de marzo de 1909, después de disfrutar de aceitunas asadas, judías a la menta y salmonetes a las semillas de hinojo, Don Vito se disculpó prometiéndole a su invitado regresar en unos minutos para el postre.

Esos minutos serían suficientes para matar en plena vía pública a Jack Petrosimo, agente enviado desde Estados Unidos por el FBI para terminar con la mafia. El Don regresó con su anfitrión, donde lo esperaba un queso de cabra de Caltanissetta y una excelente Cassata.

Uno de los episodios más remarcados por la prensa en 1963 fue sin duda la visita del cantante Frank Sinatra al capo di tutti capi...

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