Genaro Lozano / Positivo

AutorGenaro Lozano

Well, everybody is worried

about everybody now, said Betsy,

that seems to be the way we live,

the way we live now.

Susan Sontag

Tengo el virus que ha afectado a más de 59 millones de personas en el mundo y a más de 1 millón en México: el SARS COV2. Llevo al menos 9 días con la enfermedad que mató a mi tía Martha en mayo pasado. Honestamente nunca pensé que me fuera a dar. Llevo una alimentación casi vegana, hago muchísimo ejercicio, me lavo las manos frecuentemente y desde que apareció el primer caso en México, el pasado 27 de febrero, estuve bastante aislado en casa, solo saliendo a correr con cubrebocas y al súper. Sin embargo, algo falló y el jueves pasado mi prueba Covid salió positiva.

Al igual que millones de personas, me obsesioné con este virus. Desde muy al principio del año leí que era necesario tener un oxímetro en casa y monitorearse la saturación de oxígeno. Al inicio de la primavera oí que había un cocktail "milagroso" que curaba de la enfermedad: ivermectina, azitromicina e hidroxicloroquina, pero con el paso del tiempo, la investigación médica ha encontrado que realmente no tienen efecto alguno y por lo cual es absolutamente desaconsejable administrarlo si no hay síntomas graves o, peor aún, automedicarse.

Vivo muy cerca del Hospital Español, en la Ciudad de México, que a su vez está en camino tanto a la Cruz Roja de Polanco como al Hospital Central Militar, por lo que a lo largo de los meses he escuchado el ruido de las sirenas de ambulancias. La semana pasada empecé a oírlas de manera más frecuente, al igual que a ver las calles más repletas de gente, ya muchos sin cubrebocas, y locales que dicen estar al 30% de ocupación, pero que no lo parecen. Más que juzgar, entiendo el hartazgo y la necesidad de trabajar.

Este maldito virus te aísla de la gente querida. Te quita los placeres de la conversación cercana, el abrazo fraterno, los besos. Te despoja del placer del sexo, del cariño de dormir cuchareando con tu pareja o con un extraño, del goce del sabor de los alimentos. Todo esto si bien te va y el virus te trata benévolamente. Este virus no te permite despedirte de tus seres queridos, estar en el mismo cuarto de hospital o en la misma recámara si a ellos les va mucho peor, presentan insuficiencia...

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