GENIO Y FIGURA / Anorexia verbal

AutorGaby Vargas

Grave error haberles prestado el celular. "¿Qué les pareció la obra, niños? ¿Qué personaje les cayó mejor? La música, ¿les gustó?". Silencio.

Era la primera vez que los niños asistían a una obra de adultos (A Chorus Line) y, por lo mismo, nos interesaba conocer su percepción sobre los temas "ser gay" , "el abandono", "la lucha por salir adelante", en fin. Adiós oportunidad.

"¡Qué brutos fuimos!", nos reclamamos con la mirada Pablo y yo. Una vez imbuidos en la dimensión desconocida de sus respectivos jueguitos, Diego y Pablo, enmudecidos, competían, mientras Nicolás esperaba su turno para retar. En ese momento, quitarles el celular para forzar la plática ya no era una opción.

Aterrada, pensé: "Nuestras conversaciones se adelgazan". Pareciera que hemos incorporado a la vida diaria la norma de los 140 caracteres requeridos en Twitter. Pero la anorexia verbal no es un tema que atañe sólo a los niños, es un mal que ataca a todos.

Entre más rápido vamos, mayor es el padecimiento. ¡La competencia es enorme! Hoy apenas tenemos tiempo para leer los encabezados del periódico, analizar los sonidos, atender la nota del refrigerador, conectarnos con las redes sociales, contestar llamadas, radios, mensajes de texto y correos electrónicos. ¡Puff!

El peligro de estar siempre en lo superficial es que me atrape. Sabemos que comunicarnos es lo más importante para que una relación, una familia o una empresa funcionen; lo irónico es que no ponemos en práctica la teoría. Y así como tener un piano no te hace pianista, tener oídos y boca no te hace buen comunicador. Y el resultado afecta todo y a todos.

De pronto, nos extraña ver cómo el distanciamiento y la fuerza de la entropía empañan todas nuestras relaciones; es entonces que nos detenemos y añoramos más tiempo para leer, para entablar una conversación nutritiva o simplemente para bajarnos del camión y descansar. Mas nunca es demasiado tarde.

Anorexia en la familia

Vivir bajo el mismo techo no garantiza la cercanía emocional. Y es curioso, pero aunque hablamos con las personas más importantes en nuestra vida, no tocamos los temas que en el fondo nos afectan...

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