Genio y figura / Cachimbas, 'pericos' y baloneras

AutorGaby Vargas

Para Eruviel Ávila

Goyo se escapa de su trabajo con el pretexto de ir a comprar tortillas y va a jugarse su sueldo entero.

Al día siguiente se presenta de malas, ansioso, con la mirada fija y los ojos vidriosos por haber trasnochado y por los "pericos" (como se conocen las pastillas que ingiere para no dormir y que le permiten jugar durante toda la noche).

Conocido por ser un buen hombre, honesto, excelente trabajador, muy responsable y padre de tres hijas, Goyo representaba el modelo de superación que todos admiramos.

Pero aparecieron las máquinas de juego y sus ausencias incrementaron, por lo que perdió su trabajo tras 20 años de laborar como cuidador de un pequeño rancho cerca del poblado de Villa Victoria, Estado de México.

Es preocupante ver que más de 30 locales disfrazados de loncherías, conocidas como "cachimbas", invaden la zona entre Villa Victoria y la entrada a Toluca (distancia que se recorre en sólo 40 minutos).

A diferencia de los grandes casinos, las cachimbas son cuartos de seis por seis metros, ubicados a la orilla de la carretera y la mayoría abiertos las 24 horas, en los que se encuentran las máquinas conocidas como baloneras.

En estas máquinas (programadas para no perder y que se presentan como máquinas de habilidad y destreza) se engancha al jugador para que se aferre al sueño de un golpe de suerte que, por supuesto, nunca llegará.

Las cachimbas, en realidad, son casas de juego clandestinas en las que también se venden cerveza y "pericos", útiles para los traileros, camioneros y adictos al juego que a ratos se quedan a dormidos sobre las máquinas.

Son tristes las historias como las de Goyo y de muchos más: hombres de campo desencantados por la falta de oportunidades y apoyo por parte del gobierno, cuya diversión se limita al futbol y la televisión.

De modo que se endeudan en estas cachimbas hasta perder lo poco que poseen y caer en una trampa de enfermedad progresiva, que termina por consumir sus finanzas, familias, trabajo, salud y hasta sus vidas.

Los estudios muestran que más de 60 por ciento de los apostadores compulsivos cometen crímenes para financiar sus...

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