Genio y Figura / El verdadero lujo

AutorGaby Vargas

Nunca imaginas qué puede suceder.

El atardecer y la sobremesa son perfectos. Después de comer, como sólo lo hacemos los fines de semana, gozamos de la plática en familia y la convivencia, sin darnos cuenta del lujo que es estar así, vivos, contentos, sanos y sin mayor preocupación.

Pablo, Lupe, Gerardo y yo decidimos salir a caminar un poco. En el campo los pastos están crecidos y huele a tierra mojada. Pasamos por una especie de invernadero abierto, Pablo siente atracción por un pequeño árbol y decide tomarlo por la base para observarlo de cerca. Siente que algo lo muerde.

"Me espiné", es lo primero que piensa. De repente se asoma la cabeza de una víbora. Pablo se muerde el dedo y trata de extraer todo el veneno que puede.

"¿Qué tipo de víbora era?", pregunta Israel, el cuidador, cuando llegamos a la casa, ¡como si alguno de los cuatro citadinos supiera algo sobre el tema! Junto con él, regreso para tratar de encontrarla. Después de un rato de pesquisa, me dice: "Ha de ser una cascabel". "¿Eees?, al encontrarla le pregunto con temor". Él, con la tranquilidad que tiene la gente de campo, continúa, "pues sí, si fue una cascabel, está feo, ésas sí son malas. Primero da mareo, luego fiebre, desvaríos y, al rato, uno se muere".

Regreso con el corazón acelerado y convenzo a Pablo, que se dispone a ver una película, para que vayamos a Villa Victoria, el poblado más próximo. Su mano ya está como si la hubiera esculpido Botero. Después de media hora mi mente empieza a traicionarme y me anticipa el peor de los escenarios.

"Aquí no tenemos nada", me contestan en las dos clínicas, dizque de salud, del pueblo, "váyase a Toluca".

Desandamos el camino. Una hora después, ya de noche, llegamos a una repleta sala de emergencias, en la clínica Adolfo López Mateos. ¡Qué impotencia! Las cosas toman su tiempo, hay que formarse y esperar. La hinchazón ya ha llegado hasta el codo. Después de un rato, que me pareció eterno, escucho a una doctora muy amable: "Voy a ver si tenemos el suero porque es muy escaso".

"A mi esposa la mordió una víbora ayer y me la regresaron porque no tenían el suero, está bien mala", me dice un campesino con la angustia dibujada en la cara, "me hicieron ir a 10 farmacias para conseguir tres cajas del suero y, como sólo conseguí una, no se lo quisieron poner. Apenas empezaron a ponérselo hoy pero, ¿por qué no se lo pusieron desde ayer?" Siento su...

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