Germán Martínez Cázares / PAN y homosexualidad

AutorGermán Martínez Cázares

El grito mexicano de "¡puto!" en los estadios brasileños me produce la misma pena y repulsa, que las manifestaciones del senador panista de Jalisco, al llamar "tendencia" o "moda" reprobable a la homosexualidad.

La bobería del senador Martínez -dentro del alarido vergonzoso futbolero- coloca al PAN en una inmejorable oportunidad para, de una vez por todas, pintar una raya definitiva contra la homofobia, y presumir el más caro de sus principios ideológicos humanistas: el aprecio por la dignidad humana.

¿No es "familia" la convivencia solidaria y genuino apoyo diario entre personas del mismo sexo? ¿Y sí son "familia" algunas riñas permanentes heterosexuales? ¡Por favor! Seguir pensando que sólo existe una forma de entendimiento eterno hombre-mujer para perfeccionar a la persona es cavernario, antidigno, antijurídico, antipolítico y, en una de ésas, ¡sorpresa!, hasta anticatólico.

¿Con qué cara el PAN sostendría que los homosexuales no son dignos? ¿No merecen el goce pleno de todos los derechos humanos? Los Principios de Doctrina panistas que hablan de la "Familia" (1965 y 2002) no consagran un exclusivo modo familiar. Seguir abrazando el viejo argumento de la "desviación del orden natural" no sólo es ofensivo para muchos ciudadanos, es hipócrita con muchos militantes, algunos, espléndidos y espléndidas panistas.

Jurídicamente el tema está resuelto en el orden internacional. El caso Atala Riffo y Niñas vs. Chile, resuelto por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en 2012, determinó contundentemente que la orientación sexual de las personas no puede motivar la restricción al goce de sus prerrogativas. Esos criterios obligan al Estado mexicano para construir condiciones de igualdad, sin discriminación por preferencia sexual.

Políticamente el senador panista cometió una barbaridad mayúscula. Agredir, así, a toda esa comunidad ahuyenta votos por doquier, sobre todo en el sector social juvenil, ese que le ha dado tantos triunfos al PAN, y del que, con esas expresiones antilibertarias, se aleja cada día más. ¿Entonces, por qué lo hizo el senador Martínez? Por un cálculo egoísta y local: busca "quedar bien" con el cardenal...

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