Germán Dehesa / Y los devoró la selva

AutorGermán Dehesa

Todavía vivirá, espero, algún lector de aquella novela, exitosísima en su tiempo, titulada "La Vorágine" escrita por el colombiano José Eustacio Rivera. El protagonista se llama Arturo Cova y su desastrada historia termina con estas palabras: "...y lo devoró la selva". El miércoles 30 de agosto, el América protagonizó su vorágine particular.

Los alegres chicos de Coapa llegaron a Tuxtla Gutiérrez. Venían de meterle cinco goles a los escuálidos escualos y esto lo vivían como el amanecer de una nueva era grandiosa y constelada de triunfos, campeonatos y reconocimientos.

¡Alma mía de ellos!, hubiera dicho mi mamá si todavía viviera y fuera aficionada al futbol y viera los partidos del América (hablo de tres imposibilidades). Estos muchachos no sabían que en el corazón de la selva ya estaba agazapado el Jaguar de tal modo hambriento, que se hallaba dispuesto a merendarse a su propio cachorro de nombre Salvador Cabañas. Comenzó el partido en medio de una letal mezcla de llovizna y calor. Los jugadores que venían de la civilización comenzaron a fruncirse ante las acometidas del felino con sombrero de listones. Ya le buscaban por acá, ya le buscaban por allá, el Piojo quería lanzarse al ataque y rebotaba contra la defensiva; en la banca, Cuauhtémoc Blanco tenía cara de no saber si quería o no que lo metieran a este baile. El público rugía, le silbaba a Cabañas y dos veces festejó las letales dentelladas que el emblemático Jaguar le propinó a los...

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