Gilberto Rincón Gallardo/ La crisis agraria

AutorGilberto Rincón Gallardo

Las marchas y manifestaciones del Congreso Agrario Permanente (CAP) realizadas en la Ciudad de México en esta semana que termina tienen una importancia que sería riesgoso minimizar. En efecto, se trata no sólo de un reclamo político al nuevo gobierno lanzado de manera abierta por este conjunto de organizaciones agrarias, sino también del hecho de que, por primera vez en mucho tiempo, sale a la luz la grave crisis del campo mexicano y los grandes retos que su reforma plantea. El CAP se integra por doce organizaciones campesinas y su representatividad en el sector agrícola es digna de tomarse en consideración. No obstante, no es esta presencia en el campo lo que más debería llamar nuestra atención, sino el problema de fondo del campo mexicano que ha empezado a tener visibilidad en los medios de comunicación y en las discusiones de la agenda nacional. Por ello, sería recomendable no restar importancia a esta expresión de los trabajadores del campo, pues tras ella se puede hallar uno de las grandes asignaturas pendientes en la construcción de una sociedad justa y equitativa en México.

El sector agrícola mexicano está en crisis no porque en él se presente de manera homogénea una tendencia a las pérdidas y una ausencia de productividad en todas sus áreas. La crisis consiste, más bien, en el absoluto desnivel entre las distintas zonas agrícolas de la nación y, sobre todo, en las diferencias de trato que han tenido que padecer, desde hace sexenios, los campesinos pobres. En el campo mexicano, junto a una agroindustria exportadora, pujante y moderna, convive un amplio sector de producción agrícola que está muy poco consolidado, que no tiene acceso al crédito y que está relacionado con los indicadores socioeconómicos de vida más bajos de la población mexicana. Más allá de sus dilemas precisos de productividad, el problema del campo mexicano es, fundamentalmente, de desarrollo humano. Al decir esto, me refiero a que la población rural en México vive en condiciones de ausencia sistemática de oportunidades educativas, sanitarias y de ingreso. En el marco de un país de desigualdades y polarización económica, los habitantes del México rural son los más pobres, los más vulnerabilizados y quienes más lejos han quedado de la modernización selectiva que se ha vivido en el país.

Gran parte del problema reside en la acción del Estado mexicano hacia su población rural y hacia los circuitos productivos en que ésta se mueve. El trabajo agrícola sigue siendo de las...

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