GLOSAS MARGINALES / Democracia frágil

AutorEverardo Elizondo

La democracia mexicana actual, con todos sus defectos, es preferible a la "Presidencia imperial" de los tiempos (no tan) viejos. Supongo que no todo mundo estará de acuerdo con mi opinión. Ni modo. En la democracia no sólo se vale disentir: diferir es parte esencial del sistema.

En todo caso, está claro que aquí, y en muchas partes, a juzgar por los acontecimientos en diversas naciones, la democracia es un régimen muy frágil, y es ilusorio darlo por arraigado. Varios peligros amenazan a la democracia, pero el más grave de ellos, sin duda, es el populismo. ¿Por qué? Porque el populismo descree de los límites institucionales del poder, que son parte fundamental del sistema democrático.

Hace cosa de un mes estuve en un seminario en el que un analista político presentó una buena síntesis de las causas del aumento del populismo en el mundo. A su juicio, la principal de ellas es la falla de los dirigentes políticos y económicos en responder a los problemas que ve el electorado. No es una tesis nueva, pero es relevante.

En efecto, por ejemplo, no hay duda que en el caso de México los gobiernos no han resuelto el gravísimo problema de la inseguridad. Al contrario, sus políticas parecen haberlo perpetuado -si no es que agravado-. Lo mismo puede decirse de otros asuntos "menores" como la corrupción, la ineficiencia, la migración, la pobreza, la lentitud del crecimiento económico, etcétera.

Es cierto que algunas de las cuestiones mencionadas no tienen la significación que le atribuyen a menudo los ciudadanos, pero ello no les resta importancia. Los gobiernos intentan convencer al público con razonamientos técnicos, mientras que los populistas apelan a los sentimientos. No es difícil imaginar cuál de los dos enfoques puede dominar la opinión del grueso de la población, a fin de cuentas.

Todos los problemas señalados se prestan en mayor o menor medida a soluciones probadas que, salvo contadas excepciones, no coinciden con las propuestas populistas. Varios experimentos latinoamericanos atestiguan, sin discusión, el fracaso económico del populismo. Eso no ha disminuido su atractivo en nuestro medio, al parecer.

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