GLOSAS MARGINALES / Impuestos y déficits: mucho debate y poca historia

AutorEverardo Elizondo

LA REFORMA IMPOSITIVA, FINALMENTE

El Comité de Medios y Arbitrios (Ways and Means Committee), de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, publicó la semana pasada un borrador de su propuesta de reforma tributaria. Se trata de un cambio potencial extraordinario -en el sentido literal de la palabra- a pesar de que se refiere sólo al impuesto sobre el ingreso.

El núcleo de la propuesta es reducir la tasa del impuesto sobre las utilidades de las empresas (Corporate Income Tax, CIT), de 35 a 20 por ciento. Al mismo tiempo se plantea cerrar una serie de "agujeros" (loopholes) que erosionan la base del gravamen. Además, el plan contiene cambios significativos en el impuesto al ingreso de las personas físicas.

La iniciativa enfrentará muchas objeciones, tanto en la propia Cámara de Representantes como en la Cámara de Senadores. Algunas serán referentes a aspectos técnicos, otras, a consideraciones de equidad y, desde luego, habrá también las motivadas por la defensa de intereses creados. Así es en una democracia plural.

LA REFORMA Y EL DÉFICIT

Desde que Donald Trump planteó las líneas principales de la reforma, en su campaña presidencial, una de las advertencias recurrentes ha sido la muy probable ampliación del déficit presupuestal del Gobierno Federal. Entre los críticos están economistas muy distinguidos, la mayoría de ellos de inclinación liberal (en el peculiar argot político de Estados Unidos). La crítica tiene fundamento, considerando el tamaño absoluto y relativo que ha alcanzado la deuda pública -la cual no es otra cosa que la acumulación de desequilibrios a lo largo del tiempo-. Lo curioso es que el déficit es historia vieja.

Para encuadrar el problema, es útil ojear la trayectoria del saldo fiscal durante las siete décadas más recientes. El aspecto más notable es la persistencia de los déficits: sólo en 11 años de los 72 considerados se han registrado superávits. (La gráfica resume con claridad lo sucedido). En promedio, los superávits fueron de 1.5 por ciento del PIB; los déficits, del doble, 3.2 por ciento. Lo "normal" ha sido que las erogaciones excedan a los ingresos: políticamente, es más popular gastar "en beneficio de la sociedad", que establecer los impuestos necesarios para ello. James Buchanan (Premio Nobel, 1986)...

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