GLOSAS MARGINALES / It takes two to tango

AutorEverardo Elizondo

La prensa diaria nos informó hace poco de un nuevo caso de corrupción en el sector público. Según el reportaje correspondiente, un funcionario federal fue destituido "por recibir sobornos", a cambio de favorecer la importación ilegal de autos usados y, al parecer, de otros productos. La persona en cuestión negó, por supuesto, la imputación; además, afirmó que había renunciado al puesto.

Fuere como haya sido, el asunto encaja perfectamente en la definición formal de "corrupción": el uso del poder público en beneficio privado. Yo me he ocupado varias veces del tema en este espacio, y quizá no logre evitar la repetición en los comentarios que siguen.

El punto clave del enfoque económico sobre la corrupción es algo que los economistas saben bien desde la época de Adam Smith. Sin embargo, se ha afianzado a raíz de la aparición y difusión de la llamada "teoría de la elección pública" (public choice), asociada a los nombres de James Buchanan y Gordon Tullock. Buchanan ganó por ello el Premio Nobel en 1986.

En términos sencillos, la teoría referida dice que los políticos (de todos los niveles) y los burócratas reaccionan a los estímulos -tal como hacemos Ud. y yo, estimado lector-. Esto es, lo mismo que hacen los obreros, los empresarios, los consumidores, los ahorradores... Específicamente, como es el caso del común de los mortales, los gobernantes actúan motivados por el interés propio. Claro que, en todos los órdenes de la vida, hay individuos excepcionales, que persiguen de veras "el bien común", sobre todo al inicio de sus carreras. Pero considerando las cosas con realismo, es más provechoso adoptar el enfoque sugerido por public choice.

¿Qué significa lo anterior en el caso con el que inicié esta nota? Que hay que evitar en lo posible la generación de incentivos que propicien la corrupción. La restricción a la importación de autos usados crea una oportunidad obvia de ganancia, y lo más probable es que alguien la aproveche fuera de la ley.

Lo señalado no equivale a una condena unilateral de la burocracia. Tal postura sería absurda. En la corrupción, como dicen en inglés: "it takes two to tango": el funcionario corrupto y el corruptor cómplice (v.gr., Lula Oderbrecht).

P.S.

La semana pasada publiqué en El Norte (Reforma) un artículo ("Anti-Piketty: recuento") que incluyó una cita muy importante de un texto de Daron Acemoglu y James Robinson (DAyJR; por cierto, catedráticos de MIT y de Chicago...

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