Graco Ramírez Garrido/ Austeridad

AutorGraco Ramírez Garrido

En la medida de que se transparentan los actos del gobierno, los ciudadanos van conociendo las entrañas del régimen. Lo que antes era sólo del dominio de los iniciados en la política, es hoy día material para los medios de comunicación. En el viejo sistema político, lamentablemente aún vigente, los funcionarios hicieron de los recursos y bienes públicos una extensión de su patrimonio. La comalada sexenal de enriquecidos, utilizaron también los recursos del Estado para mantener su hegemonía electoral. Los altos funcionarios, tanto federales como locales, los legisladores, los presidentes municipales, recibían, y lamentablemente en muchos casos lo siguen haciendo, un sueldo simbólico para pagar pocos impuestos y percibiendo la mayor parte de sus emolumentos a través de otro tipo de recibos personales, por supuesto libres de cualquier gravamen. Es un secreto a voces que el mismo secretario de Hacienda, por el hecho de serlo, tiene indebidamente un sobresueldo que supera a sus pares en el gabinete.

Con el arribo de los gobiernos gerenciales se operó una especie de transparencia que en algunos casos se convirtió en cinismo. Se dijo que en la medida en que las percepciones fueran altas se evitaría la corrupción. En Morelos arribaron los panistas al gobierno en el mes de octubre del 2000 y dos meses después se dieron aguinaldos por el año entero y un bono extra; seguramente por el acto heroico de haber ganado las elecciones. Ahí está el sueldo del gobernador de Querétaro que equivale al de un alto ejecutivo de una empresa transnacional. El presidente de la República gana mejor que un buen número de sus homólogos en los países desarrollados. El gabinetazo foxista se seleccionó mediante "buscadores de talentos", inventaron coordinaciones y fijaron sueldos que se sustentaban en la valoración de que dichos talentos, ahora en el sector público, deberían tener percepciones competitivas en el mercado. Se pasó de la idea del servidor público a la del alto ejecutivo en funciones públicas. Los gabinetes se conciben como consejos de administración, no como un cuerpo político coordinado en torno a una visión estratégica plasmada en un plan de gobierno. El gabinete funciona como un conglomerado en el que cada uno colabora desde su propia visión, se va armando el todo desde esas particularidades. Las contradicciones son más que evidentes y el fracaso de las coordinaciones es ya historia. Los seguidores del sistema Montessori se sienten ofendidos de que se...

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