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Grandes Viajeros / La famosa Europa

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Vincent
AutorXimena Escalante

Cadmo, el valiente hermano de Europa, decidió consultar el oráculo de Apolo, pues la misteriosa desaparición de su hermana lo tenía muy afligido. El oráculo le dijo: "Encontrarás en un prado desierto una novilla hermosa que jamás llevó yugo. Síguela, y donde ella se detenga tú fundarás una ciudad que se llamará Tebas".

Nada que ver su pregunta con la respuesta. El llevaba mucho tiempo buscando a su hermana, recorriendo la geografía de la antigua Grecia sin descanso. Por su cabeza pasaban miles de historias sobre su paradero y los oscuros rumores avivaban su feroz coraje. Nadie sabía qué había pasado con la hermosa Europa, hija de Agenor, una joven que paseaba por la playa sin imaginarse cuál sería su trágico destino.

Júpiter, que bien se sabe no era propiamente un dios discreto en amores, había encargado a su leal Mercurio que cuidara de su ganado. Mercurio era capaz de llevar el ganado por tierra y por agua, pues los toros y vacas del majestuoso dios tenían poderes divinos. El mismo Júpiter se metamorfoseó en toro, para pasar inadvertido. Tenía el firme propósito de seducir a la hija del rey de Tiro, y sólo así, convertido en animal, podría lograrlo.

Así pues, mientras Europa se mojaba los pies en la orilla del mar, vio pasar el ganado divino. Entre todos había un toro de espectacular blancura, con los cuernos más cortos y lisos, de color perla. Como es de esperarse, Europa quedó atrapada por la belleza singular del animal y se acercó a acariciarlo. El toro, feliz de sentir sobre su piel la mano femenina, le correspondió en dulzura y lamió su rostro. Ella, realmente fascinada con el animal, le colgó un collar de flores en los cuernos y sus caricias no parecían terminar. Confiada en la tranquilidad del bello toro, Europa se sentó sobre su lomo y no se dio cuenta de que el toro se adentraba en el mar, alejándose de la playa. Gritó desesperada, pero ya era demasiado tarde, pues Júpiter ya la sumergía en la profundidad del mar, empujado por...

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