Guadalupe Loaeza/ 'José Luis Borgues'

AutorGuadalupe Loaeza

Para Enrique G, por el primero de ¡cien!

Se hubiera muerto de risa. Sí, seguramente se hubiera echado una carcajada al enterarse que el Presidente de México se equivocó al pronunciar su nombre durante el Segundo Congreso Internacional de la Lengua Española en Valladolid. Cómo se hubiera reído el autor de El Aleph al oír al primer mandatario mexicano pronunciar con muchas, muchísimas dificultades: "José Luis Bor-gues", en lugar de Jorge Luis Borges.

Pero más se hubiera reído al ver la cara de perplejidad de los reyes de España y de muchos escritores que se encontraban presentes. Los que fuimos testigos, frente a nuestro aparato de televisión, de esos terribles instantes, nos quisimos morir. Nos dio pena ajena. Pena propia. Pena de la buena y de la mala. Pena por la literatura. Pena por todas las plumas del mundo. Pena por la Real Academia de la Lengua Española. Pena por sus acompañantes especiales. Pena por los "borgianos". Y pena por México. Esa noche, no pudimos conciliar el sueño. Las horas se nos iban despacito muy despacito en tanto le pedíamos disculpas, mentalmente, a uno de los autores más importantes de las letras universales.

Por otro lado, estamos conscientes que este "faux pas" presidencial no le hubiera importado ni un comino al escritor argentino. De hecho siempre afirmó que en él habitaban varios Borges. "El otro es el que escribe. El otro es el famoso", reiteraba constantemente. Era tan categórico en este sentido que en una de sus tantas entrevistas dijo: "No quiero seguir siendo Jorge Luis Borges, quiero olvidar todo lo que sé de él". El nunca buscó su fama, ni mucho menos la alentó. Su mayor anhelo era pasar desapercibido, de ahí que se vistiera siempre igual, con la misma corbata y el mismo traje. Nunca quiso llamar la atención. Odiaba la idea de ser famoso. Muchas veces explicó que de haber vuelto a nacer no quería tener recuerdos de su vida anterior. "Siempre me resultó extraña mi popularidad. Nunca la quise. Me acometió a mi pesar. Y he reflexionado mucho acerca de esa popularidad. No me considero un buen escritor, soy decididamente monótono, apenas si he aprendido algunas astucias -ningún mérito en un hombre de mi edad, por otra parte-. Creo que soy popular por razones extraliterarias. Soy viejo. Soy ciego. Nací en un país exótico como la Argentina. Soy sudamericano. Supongo que todas esas cosas conmueven a los estudiantes norteamericanos y también a los europeos".

Dicho lo anterior, finalmente terminamos por disculpar a Vicente Fox gracias a José Emilio Pacheco. En su libro Jorge Luis Borges, una invitación a su lectura...

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