Guadalupe Loaeza / La bien querida

AutorGuadalupe Loaeza

Todo el mundo la quiere. Basta con platicar con ella un ratito, escucharla y ahondar en una diversidad de temas que tienen que ver con las necesidades de nuestro país y del mundo para percatarse de su calidad humana. "Es la mujer más inteligente que conozco", me dijo hace un tiempo uno de sus mejores amigos. Es cierto, su inteligencia es tan intelectual como emocional, por eso Ale abarca tantas cosas con una absoluta apertura, su cabeza y su corazón están perfectamente bien conectados. Todo lo entiende, todo lo reflexiona y todo lo absorbe. Además de estas virtudes, debo de mencionar que tiene la fortuna de contar con un inmenso sentido del humor, lo cual resulta muy grato cuando se es su amiga. Ale cree tanto en la amistad que por sus amigas y amigos es capaz de todo; si están tristes los apapacha, los hace reír, les lleva hasta su casa un detallito, les manda una frase bonita por WhatsApp, o bien, les regala una botella de mezcal cuya fórmula secreta nada más conoce don Antonio, su padre de 92 años, creador de muebles de estilo colonial mexicano. Si Ale es como es, es gracias a Alejandra mamá, pintora de estilo figurativo y la persona más generosa, amable y cálida que conozco (de joven se parecía a Claudia Cardinale). Las puertas de su casa de Coyoacán siempre están abiertas para los amigos de sus tres hijos y para todos aquellos que gustan de la cocina mexicana y de la conversación inteligente y divertida. Hay algo mágico en esa casa de piedra, tal vez se deba a la colección de artesanías mexicanas reunidas por don Antonio desde la década de los cincuenta o quizá a los muebles rústicos de madera diseñados por él. Las fiestas en casa de los papás de Ale pueden durar hasta las 5 de la mañana, después de haber ingerido aquel mezcalito con ese sabor tan misterioso que suele llevar al bebedor o bebedora a lugares inimaginables.

A Ale la conozco desde hace muchos años. Hemos viajado juntas, luchado por los mismos ideales; las dos estamos enamoradas de París, donde vive su hermano Antonio, desde hace muchos años, como arquitecto. Pero lo que más nos une es el gusto por los huipiles y rebozos. Cuando nos ha gustado el mismo textil o rebozo, es tan generosa Ale, que siempre me lo cede con una enorme sonrisa. Así es ella, cero envidiosa, nada competitiva, muy respetuosa y feliz de poder...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR