Guadalupe Loaeza / Cárcel de mujeres

AutorGuadalupe Loaeza

Si el machismo y la tremenda desigualdad de género es una realidad apabullante en nuestro país, dentro de la cárcel de mujeres, es aún más abrumadora y humillante para las reclusas. La soledad y la rabia en que viven en el interior de los paupérrimos centros penitenciarios les recuerdan las 24 horas del día que para ellas no existen los derechos humanos más elementales y menos la justicia. Las presas, muchas de ellas madres y abuelas, con el tiempo, dejan de existir no nada más para sus familiares, sino para el Estado. A Ernesto Canales Santos, presidente de la Fundación Renace, la cual apoya procesos de reinserción social de personas en reclusión, le parece incomprensible y totalmente injustificable el hecho de que el gobierno mexicano: "por un lado llama a que prevalezca el Estado de Derecho en todos los ámbitos de la vida pública, mientras que en un campo del que es responsable, como es el sistema penitenciario, no aplica ese Estado de Derecho". Es evidente que si las mujeres privadas de la libertad viven en condiciones miserables, sin que nadie vaya a verlas el día de visita, sin saber hasta cuándo estarán encerradas, temiendo que les quiten a sus hijos por haber cumplido seis años, edad máxima en que pueden quedarse con su madre, en medio de una insalubridad inimaginable (baños sin agua, pésima alimentación, falta de colchonetas para dormir y montañas de chinches), caigan con toda facilidad en la prostitución y por consiguiente en una tremenda falta de autoestima. El último reporte de la CNDH reconoce que es imposible satisfacer la demanda de servicios dentro de las cárceles: "genera un ambiente propicio para la proliferación de actos de corrupción y violencia por la necesidad de acceder a ellos, convirtiéndose en un factor que incide en el aumento de violaciones a derechos humanos de las internas". Por otro lado, en este mismo informe la CNDH denuncia a aquellas reclusas que "ejercen el autogobierno" y se encargan de "actividades propias de la autoridad" como distribuir las estancias, lo que las lleva a tener televisores de pantalla plana o teléfonos celulares en sus celdas. De muchos de estos privilegios y hasta de más lujos se han beneficiado presas famosas como La Reina del Pacífico, Gloria Trevi y, por supuesto, Elba Esther Gordillo, quien cuenta con una clínica móvil sumamente lujosa para sus constantes revisiones médicas. En cambio las reclusas de centros penitenciarios de Piedras Negras, Coahuila; de Chiapas, de...

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