Guadalupe Loaeza / La 'indiosincrasia' de Santi...

AutorGuadalupe Loaeza

Santiago Creel nació el 11 de diciembre de 1954 con cucharita de plata, entre encajes de Brujas y muchas madrinas que lo colmaron de dones, talentos y gracias. Desde su primera infancia era todo un caballerito, sin embargo siempre fue sumamente travieso. "Ah, señora, cómo da guerra Santi. Es un pingo", se quejaba con mucha simpatía la maestra del muy exclusivo Instituto Asunción de México, A. C., con la distinguida y elegante señora Creel. Pero Santi no se corregía. Cuando pasó a segundo de kínder, se volvió todavía más guerroso. Una de sus diabluras consistía en ir a los bebedores. Allí, con su batita azul celeste, sus pantalones cortos de casimir inglés que hacían juego con sus calcetines, se divertía salpicándose a sí mismo y a sus compañeritos en una verdadera orgía de agua. Ya en preprimaria, su fama de travieso se había consolidado en todo el colegio, al grado de que muchas mamás llamaban por teléfono a las monjas, para suplicarles que no dejaran juntar a sus hijas con ese "diablillo" que nada más las distraía y las mojaba. A esa edad, a Santi le encantaba esconderse de sus papás. Cuando iba a su rancho Ticomán, se subía a un árbol y desde ahí veía cómo toda la familia lo buscaba: Santi, Santi, ¿dónde estás? Ya vamos a comer... Mientras tanto el pequeño se moría de la risa, a la vez que se comía una manzana.

¿Cómo era el mundo de Santiago niño? ¿Cómo fue su infancia? ¿Cómo captó su vida privilegiada en un México tan contrastado? No hay duda de que Creel creció en un entorno sumamente estético, el cual era regido por reglas de convivencia establecidas desde muchas generaciones atrás. Seguramente siempre vio a sus padres actuar en la vida absolutamente comme il faut, es decir, haciendo lo que se debe en el momento indicado, proyectando siempre una imagen de elegancia, buen vivir, cultura, civilización, pero sobre todo buena educación. Imaginemos cuáles eran las consignas que le dictaban sus padres desde que Santiago era estudiante del colegio Simón Bolívar del Pedregal: "Esos niños tan pobres que ves allí, también son hijos de Dios, aunque no sean igual que tú, trátalos con respeto". "Procura juntarte con niños cuyos padres sean amigos nuestros". "Nunca tengas nada que ver con los señores del gobierno". Seguramente en las sobremesas de las comidas familiares de los domingos, escuchaba constantemente nostálgicas alabanzas al porfiriato y muchas críticas hacia don Benito Juárez, sobre todo respecto a la injusticia que cometió con...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR