Guadalupe Loaeza / Justicia y libertad

AutorGuadalupe Loaeza

Querida Florence:

Mientras escribo estas líneas, te encuentras en el vuelo 439 de Air France, rumbo a París. Te imagino, sentada en clase business al lado de tu padre, con los ojos cerrados, preguntándote si tu liberación no se trata de un sueño. No, Florence, no es un sueño, es la realidad; después de siete años de prisión, estás libre. En muy poco tiempo, seguramente, te recibirán con júbilo, familiares, amigos y periodistas, en el aeropuerto Charles De Gaulle; lo más probable es que también te estén esperando, Carla y Nicolas Sarkozy, Ingrid Betancourt y los alcaldes de Lens y de Béthune, de donde eres originaria, aparte de varios senadores del Norte.

Te repito, no estás soñando; estás volando hacia Francia y en unas horas más descubrirás la punta de la Torre Eiffel. Es cierto, tu partida de México sucedió demasiado rápido. Tal vez ni tiempo tuviste de despedirte de tus compañeras de la cárcel. Quiero pensar que, antes de abandonar para siempre el penal de Tepepan, te intercambiaste correos con algunas de ellas. No todas, claro, porque quizá para muchas de las 300 prisioneras eras "la francesa del dormitorio 1", sumamente reservada y, según ellas, con demasiados privilegios. No obstante, habrá habido una que otra que acaso te dijo: "Te vamos a extrañar", especialmente las que iban, todos los viernes, al cine-club que creaste y de cuyo fichero de películas te ocupabas personalmente. Para estos momentos, qué lejanas te han de parecer todas las rutinas que tenías en la prisión, las cuales mantenías con absoluta disciplina, es decir, despertarse a las 6:30 am., trapear todos los días las escaleras de los dormitorios, fabricar tus collares de perlas, venderlos y, con ese dinero, comprarte tus tarjetas de teléfono para comunicarte con tus padres, preparar los debates de las películas de los viernes, tus clases de aerobics, leer tus correos de apoyo, en suma, procurar tener un comportamiento ejemplar. Pero todo eso ya se acabó, en muy poco tiempo podrás, por fin, dormir una noche completita, en un cuarto oscuro y silencioso, sin miedo de cerrar los dos ojos, lo cual no te aconteció a lo largo de siete años. Ahora, en lo que tienes que pensar, Florence, aparte de devorarte un plato de mejillones con papas fritas, platillo con el que soñabas constantemente, es en "reconstruirte". Se dice fácil, pero estoy consciente de que el reto es mayúsculo. Eres joven, Florence, tienes toooooda una vida por delante. ¿Te acuerdas que, cuando te fui a ver a la...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR