Guadalupe Loaeza / ¡¡¡Ni madres!!!

AutorGuadalupe Loaeza

Nunca se me olvidará lo que me comentó la madre de Vicente Fox, el día de su toma de posesión. Después de la protesta del ex Presidente y del evento en el Auditorio, se sirvió una comida en el patio de Palacio Nacional. Sentada a la mesa del PRD y a pesar de que no había ganado nuestro candidato, Cuauhtémoc Cárdenas, en el fondo de nuestro corazón, mis compañeros y yo nos sentíamos satisfechos por la tan esperada transición. El ambiente de la comida era muy festivo y todos esperábamos entusiastas el segundo discurso que daría Fox, ya como presidente de la República. Desafortunadamente no lo pude escuchar. Eran cerca de las cinco de la tarde cuando me levanté de la mesa, ya que tenía que entregar a Reforma mi texto que se publicaría al otro día. A la salida, cuál fue mi sorpresa de encontrarme a doña Mercedes Quesada, madre de Vicente Fox, quien caminaba con cierta dificultad, acompañada por una de sus hijas.

-Señora, ¿no se va a quedar para escuchar las palabras de su hijo?, le pregunté. Con la enorme personalidad de una mujer fuerte y enérgica, me contestó:

-Es que ya no aguanto las piernas, me dijo. En seguida, agregué como para hacerle conversación mientras llegaba su coche:

-¿Se da cuenta, doña Mercedes, que gracias a su hijo, por fin se dio la transición? Ha de estar usted muy orgullosa, verdad? Me miró derecho a los ojos y con una voz firme, como suelen hablar los vascos, apuntó:

-Ya verán cómo les va a ir... En ese momento vi cómo su hija le jaló la manga del saco negro como para rogarle que no ahondara aún más en su opinión. Nos despedimos bajo un sol decembrino que brillaba como nunca en la plancha del Zócalo. Vi cómo muy dignas las dos mujeres se subían a un coche negro último modelo. Mientras me dirigía al estacionamiento del Hotel de la Ciudad de México, me preguntaba preocupada qué habría querido decir doña Mercedes respecto a su hijo. "Ella, mejor que nadie, lo debe de conocer muy bien. Qué raro que la madre del nuevo Presidente no hubiera estado más eufórica o por lo menos más conmovida por la toma de posesión. ¡Qué barbaridad!, a lo mejor tiene razón doña Mercedes y quién sabe cómo nos irá a ir con Vicente Fox", pensaba, con cierta preocupación, sentada en la banca del estacionamiento mientras traían mi coche.

No hay duda que una madre es quien mejor conoce las fortalezas y las debilidades de sus hijos. Al cabo de seis años de esa terrible confesión por parte de...

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