Guadalupe Loaeza / ¿Por qué no nos escuchamos?

AutorGuadalupe Loaeza

La semana pasada ofrecí, en este mismo espacio, examinar con más detalle el tema de la escucha. Para ello, platiqué largamente con mi amiga Marina Castañeda, que acaba de sacar, precisamente, un libro titulado Escuchar (nos), de editorial Taurus. Según Marina, se trata de un tema mucho más vasto que va más allá de la sicología individual y que se ha vuelto un verdadero problema social de nuestra época.

Hemos observado que, últimamente, todo el mundo se queja de no ser escuchado: las mujeres se quejan de que los hombres no las escuchan, pero también viceversa; los jóvenes se quejan de los adultos, pero también viceversa; y los ciudadanos nos quejamos de que el gobierno no nos escucha, pero también nuestros gobernantes se quejan de que no les hacemos caso.

"¿Qué es lo que está sucediendo?", le pregunté a Marina Castañeda, a lo que respondió: "La primera regla, si quieres escuchar a alguien, es saber callarte. Parece sencillo, pero es muy difícil para mucha gente. Nos gusta escucharnos a nosotros mismos, damos por sentado que nuestro punto de vista es el más novedoso, interesante e importante. Esto significa que estamos viviendo, cada vez más, en un diálogo de sordos, o en un mundo de monólogos. Esto es por supuesto nefasto para la democracia, porque cancela de antemano toda posibilidad de debate".

Más adelante, Marina me explicó en qué consistía la segunda regla de oro: "Si quieres escuchar a alguien haz una cosa a la vez. Ya está muy demostrado que el multitasking no funciona. Sólo podemos poner plena atención en una cosa a la vez. Hacer varias cosas al mismo tiempo implica hacerlas parcialmente, o sea, mal: se afecta la concentración, la atención y la memoria. Si quieres escuchar a alguien no puedes a la vez checar tu correo, contestar tu celular, ver el noticiero y comer un sándwich. Porque la escucha no sólo implica plena atención, sino también mostrar interés, a través de la mirada, el lenguaje corporal, el hacer preguntas o comentarios sobre lo que dijo mi interlocutor (y no contarle, de la nada, lo que me sucedió ayer en el aeropuerto, por más interesante que me parezca). Además, parte fundamental de la escucha es re-cor-dar lo que te dijo el otro y darle seguimiento. O sea, la escucha tiene también una dimensión en el tiempo. Por ejemplo, si tú me dices hoy que estás muy preocupada porque uno de tus nietos está enfermo, me incumbe, cuando nos veamos en tres días, preguntarte: '¿cómo sigue tu nieto?' Si no lo hago, sentirás que no te...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR