Guadalupe Loaeza / Un país de chiste...

AutorGuadalupe Loaeza

Temo que cada vez más nos estemos convirtiendo en un país de chiste. México siempre ha tenido fama de ser un país totalmente surrealista. El primero en descubrirlo fue André Breton. "Si Kafka hubiera vivido en este país, hubiera sido un escritor costumbrista", dicen no sin razón. Es bien sabido que nuestros moneros son los mejores del mundo, basta con ver sus caricaturas para entender a cabalidad la realidad mexicana. La ironía y el humor en la obra del escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia reflejan, perfectamente bien, la idiosincrasia mexicana. La colaboración periodística más leída de Carlos Monsiváis estaba dedicada, precisamente, a las declaraciones de los políticos; se titulaba "Para documentar nuestro optimismo". En el único país del mundo donde existe el verbo "cantinflear", es en México. Que no nos sorprenda entonces, que a partir de la liberación de Jorge Hank Rhon empecemos a imaginar los chistes más ocurrentes a propósito de este personaje como de película de Tarantino. Lo malo es que, ante el mundo, especialmente con noticias respecto a las dos detenciones y dos liberaciones de Hank Rhon, no nada más pasamos por ser una sociedad violenta, insegura, corrupta, obesa, ignorante, caótica, irresponsable, primitiva (así nos vimos en el reportaje que pasaron el martes por la noche por el canal francés TV5 con el enfrentamiento entre policías y los habitantes de San Lorenzo Acopilco), sino que, ahora, somos un país de chiste... con un Presidente de chiste, con un gobierno de chiste y con un aparato legal y jurídico de súper chiste... También nuestras elecciones son de chiste... las telenovelas mexicanas son de chiste... los noticiarios en la tele (salvo los que ya saben) son de chiste... ¿A poco Jorge Hank Rhon no es como de chiste, con su chaleco rojo de pene de burro, su tequila de animales y haciendo la "V" de la victoria?

Lo único que no es de chiste es el terror que siente la sociedad mexicana ante el crimen organizado y la muerte de tantos y tantos mexicanos.

Hace unos meses, una hermana de carácter optimista y muy generoso, me dijo con una mirada muy triste: "México me da vergüenza. Este sentimiento me da culpa y no sé cómo manejarlo". La sentí tan sincera y preocupada en relación con la ambivalencia de sus sentimientos, que en ese momento no pude más que abrazarla y decirle que también yo estaba en el mismo dilema. Las dos nos miramos y nos quedamos en silencio. Ese pequeño diálogo no fue de chiste, fue en serio y muy...

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