Guadalupe Loaeza / Los pulmones de Sofía

AutorGuadalupe Loaeza

Ayer por la tarde me llamó Sofía. Se escuchaba particularmente sofocada, como si le faltara aire. De hecho, tardó unos segundos antes de empezar su habitual monólogo. Se hubiera dicho que tenía muchas dificultades para hablar. Su respiración se percibía entrecortada. Por añadidura, el timbre de su voz se oía casi imperceptible. Incluso, me costó trabajo reconocerla. Sin embargo, su intensidad era inconfundible. Era Sofía.

-¿Qué te pasa?, le pregunté sinceramente preocupada.

-¿Cómo que qué me pasa? ¡¡¡Me estoy muriendo!!! Desde que me acuesto hasta que amanezco, siento sobre el pecho una plancha como de 100 kilos. Ya no puedo más. Tengo la nariz tapada. Me duele la garganta. Y, por si fuera poco, tengo en el ojo izquierdo un derrame terrible. Mi cutis está totalmente deshidratado, debido a los millones de partículas de ozono que se me han introducido bajo la piel, e incluso en el interior de mi cuero cabelludo. ¡¡¡Se me está cayendo el pelo!!! El aire de la Ciudad de México me está matando. Me está consumiendo. Me he jorobado, achaparrado, arrastro los pies, y mis pulmones ya no responden a causa de un extraño enfisema pulmonar que, como sabes, es una acumulación patológica de aire en los tejidos o en los órganos del cuerpo. No obstante, nunca he fumado en mi vida, tengo totalmente destruidas las paredes de mis pulmones. La semana pasada tuve bronquitis crónica. Mi memoria anda de mal en peor, mi apetito por los suelos y me siento cansada las 24 horas del día. A veces estoy tan fatigada, que no logro desvestirme para ir a la cama. No alcanzo a ponerme mi camisón y menos tengo energía para alcanzarme las pantuflas. ¿Me creerás que cuando estoy bajo el chorro de la regadera, me duermo? El otro día, casi me ahogo. A pesar de mi botella de oxígeno, por las noches duermo fatal. Sueño que mi cabeza está dentro de una bolsa de plástico. Sueño que estoy en el interior de una caja de muerto, y que me falta aire. Y sueño que manejo por el periférico a toda velocidad y sin frenos un enorme carro de basura, cuyo escape arroja un humo negro y muy espeso. Pero olvídate de todos mis síntomas y de mi terrible estado de ánimo, los que realmente me preocupan son mis nietos. ¿Te imaginas cuántas micropartículas respiran durante el recreo y el resto del día? ¿Qué les dices: "te prohíbo respirar"? El otro día, uno de los más pequeños de mis nietos me preguntó: "Dime...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR