Guerra en ciudades colombianas

REFORMA / Especial

BOGOTA.- La ola de ataques con morteros de fabricación casera perpetrados el pasado 7 de agosto durante la asunción del Presidente Alvaro Uribe, que dejó un saldo de 21 civiles muertos y 70 heridos, confirma que la guerra arreció en las ciudades, donde comenzó en los 90.

El objetivo militar de los ataques era claro: la Casa de Nariño y el Capitolio, sedes de la Presidencia y el Congreso, y la Escuela Militar de Cadetes José María Córdoba, en el norte de la ciudad.

Dos "rockets" o granadas de mortero fabricadas a mano alcanzaron a impactarse en el ala suroccidental del Palacio de Nariño. Las detonaciones rompieron casi un metro de cornisa y causaron heridas a cuatro guardias de seguridad. Más temprano, dos morteros cayeron en las instalaciones de la escuela de cadetes, sin causar mayores destrozos. Pero los otros 10 morteros, de los casi 200 listos para explotar que fueron descubiertos en posteriores allanamientos, se quedaron cortos en su trayectoria o se desviaron y terminaron por impactar blancos civiles.

En la calle de El Cartucho, el sector más afectado, los indigentes, drogadictos y pepenadores que la habitan se llevaron la peor parte. Diecisiete personas murieron en el lugar por las explosiones, de las cuales 13 perecieron en la casa conocida como "Gancho Amarillo". El proyectil cayó en el baño.

Unas cuadras más abajo, en el barrio La Estanzuela, tres niñas y una mujer murieron bajo los escombros, en el tercer piso de su vivienda, por la explosión de otro de los "rockets" perdidos.

Por la mañana, en inmediaciones de la Escuela Militar de Cadetes, 15 personas resultaron heridas bajo una lluvia de granadas. Esperanza Sierra, una de las víctimas, se disponía a salir de su casa cuando los vidrios de su puerta volaron en pedazos por las esquirlas de una granada que explotó en la calle.

Historias similares se repitieron en barrios como La Floresta, La Alborada o San Fernando, distantes algunos en más de 15 cuadras. A Maritza, una joven de 18 años, otra de las explosiones la lanzó a la sala de su casa cuando salía para hacer una compra en la abarrotería de la esquina. "Sólo atinamos a recogerla y llevarla a un hospital, mientras el resto de la familia recogía vidrios rotos", relata su madre.

Esas granadas fueron lanzadas con morteros caseros desde el patio trasero de una vivienda en Pontevedra, un barrio de clase media alta, donde la Policía encontró unos 100 morteros fabricados con tubería utilizada en la industria...

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