Guerra y ortodoxia, un coctel explosivo

MADRID.- Las mujeres son una fuente constante de tentación para el hombre, por lo que deben quedar ocultas en las sociedad; las imágenes, sin excepción, constituyen una idolatría; la música occidental pervierte y los castigos, como ejecuciones, amputaciones y latigazos deben ser aplicados en público como enseñanza para toda la comunidad. La visión extrema que los talibanes hacen del Islam, una religión que invoca a Dios como "el Clemente y el Misericordioso" ha arraigado paradójicamente en una tierra que no destacaba hasta hace pocos años por su radicalismo religioso.

Históricamente, la ley islámica en la sociedad afgana ha servido como base del comportamiento cotidiano, interpretada y adaptada a las costumbres de cada tribu. El resultado es que, en líneas generales, existía una gran tolerancia tanto entre las diversas ramas del Islam como hacia otras religiones.

Hasta 1992, hindúes, sijs y judíos tuvieron una presencia importante en los bazares y en la vida económica del país. "Entre los factores de estabilidad destacaba que el 90 por ciento de los afganos era musulmán de la rama suní, la más moderada. El Islam tradicional estimaba que el Gobierno central debía reducirse al mínimo posible y que su intervención en la vida de las pequeñas comunidades y de las tribus debía ser muy reducida", indica el experto en Afganistán Ahmed Rashid. Además, la amplia extensión del misticismo islámico, el sufismo, ayudaba a rebajar los roces existentes entre las diferentes comunidades religiosas. Este equilibro quedaría roto a finales de los 80 con la irrupción de una letal combinación entre guerra, pobreza, una de las ramas más radicales de los suníes, el wahabismo, y los descendientes de un movimiento fundado en India durante la ocupación británica, el deobandismo.

El choque de las ramas

El wahabismo fue fundado en Bagdad en el Siglo 18 y renovado en la península arábiga en el Siglo 19 por Mohamed Abdel Wahab. Esta rama del Islam considera que muchas formas de piedad popular dentro de esta religión, como la veneración de hombres santos en pequeñas capillas o las peregrinaciones locales, son una idolatría.

Las representaciones en imágenes de la divinidad son fruto de la idolatría, y la mujer es fuente de constante tentación para el hombre. Además tachaba al sufismo, el factor que relajaba la tensión religiosa en Afganistán, como una herejía. "El sufismo es misticismo y lo místico se opone a la jerarquía ya que apela a lo interior", explica Alejandro...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR