Entrevista / Guillermo Arriaga: Con olfato narrativo

AutorLaura Pardo

Guillermo Arriaga perdió el sentido del olfato a punta de golpes. Al escritor le gusta contar la anécdota, que no deja de tener su toque de ironía: quien conoce su obra intuye que a Arriaga el olfato le sobra... por lo menos para narrar historias.

"Siempre me agarraba a madrazos, me he peleado muchas veces en mi vida".

Así, la violencia es un tema que no asusta al autor de Los tres entierros de Melquiades Estrada, Amores perros, 21 Gramos y Babel. Cazador empedernido ("me encanta ser políticamente mal visto"), su olfato le permite también seguir el rastro de sus personajes hasta atrapar su profunda humanidad.

"La cacería es mi antídoto contra la alineación, porque es una dinámica de contradicciones. Por eso me importaba tanto la escena de la gallina decapitada en Babel, porque creo que vivimos un exceso de civilización. He visto las entrañas calientes de un venado, sus tripas, sus órganos. He matado a un jabalí a cuchilladas. Me he perdido buscando el rastro de un animal. La cacería me ha acercado a los impulsos básicos del ser humano", dice.

Será por eso que es notorio que la fuerza animal que mueve a los personajes creados por Arriaga viene desde las entrañas del escritor. Arriaga sabe pelear. Es bien conocida, por ejemplo, su lucha por sacar de las sombras la labor del escritor de cine como un autor. De hecho, desaprueba el término "guionista".

"No sé cuándo los directores se convirtieron en los dueños de las películas. Los universos que dan forma a una película son de quien concibió la historia. ¿De quién es el universo retratado en París, Texas, de Sam Shepard o de Wim Wenders? Al final hay una mezcla de visiones, claro, pero el universo es del escritor", declara.

Arriaga marca bien su territorio en cada una de las películas que escribe. A estas alturas, con un premio en Cannes como mejor guión y una exitosa trilogía finalizada, se puede reconocer en ellas su universo, su huella. En Babel regresa a mirar las cicatrices del alma, los impulsos básicos y las contradicciones humanas.

La historias de Babel tienen distintos subtextos, lecturas aparentemente ajenas que se van interconectando. ¿Estaban calculadas al momento de escribir?

Cuando escribo, sólo tengo la necesidad de contar la historia. Las interpretaciones vienen después. A mis alumnos les aconsejaba que escribieran sin querer ser profundos, sólo con la intención de contar algo. Tengo claros los conceptos alrededor de los que giran mis historias, eso sí. En Amores perros fue el...

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