Gustavo Alanís / Los claroscuros ambientales de López Obrador

AutorGustavo Alanís

En estos días, se cumplen tres años de la entrada de Andrés Manuel López Obrador como Jefe de Gobierno del Distrito Federal. Su gestión, dependiendo desde donde se le vea, puede ser considerada, entre otras, como buena, mala, populista, desafiante del Estado de Derecho, con una proyección hacia el 2006, con la apariencia de que primero los pobres, pero siempre rodeado de los hombres más ricos del país, y pasiva ante los niveles de inseguridad a los que a diario están expuestos los capitalinos. Se le vea bien o mal, sus niveles de aceptación y popularidad son altos y con buenas perspectivas presidenciales.

Ambientalmente hablando, en este 2003 ha habido cosas positivas y algunas negativas.

Comenzando por los aspectos negativos, habría que reiterar la inviabilidad técnica y ambiental de la construcción del distribuidor vial y el segundo piso en el Periférico. Lo anterior, en virtud de que la obra en cuestión ha demostrado no resolver un problema de tráfico, y además, con las obras en proceso hacia San Jerónimo se hace tal tapón todos los días que se está contribuyendo fuertemente a la de por sí ya deteriorada calidad del aire en la Ciudad de México con la gran cantidad de emisiones a la atmósfera.

Por otro lado, y sólo para tomarlo como un ejemplo, mucho ruido se ha hecho en estos días en relación a los esfuerzos del gobierno capitalino para recuperar el predio "El Castillito" en la tercera sección de Chapultepec, en el cual supuestamente se pretende edificar ilegalmente una mansión. No obstante lo anterior, los esfuerzos deben de concentrarse de manera permanente en aquellas áreas verdes y zonas de conservación que a diario se pierden en esta ciudad por cambios al uso del suelo, invasiones y paracaidismo, particularmente en las delegaciones de Cuajimalpa, Magdalena Contreras, Xochimilco, Tlalpan, Tláhuac y Milpa Alta.

Otro asunto que no ha podido resolverse es el relacionado con la corrupta y mafiosa verificación vehicular. Platicado a un servidor hace unos días por un taxista, éste comentaba que había ido a verificar su "unidad" y que le preguntaron que si lo quería con brinco o sin brinco. Con brinco resultó ser la utilización del auto madrina, es decir, el que otro auto pasara la verificación vehicular en vez del taxi simulando que este último estaba siendo verificado. Esto sigue siendo inaceptable, no sólo por la corrupción misma, sino por las implicaciones que ello tiene para la salud de los capitalinos.

Para terminar con los aspectos...

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